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Xenofobia contra cubanos y centroamericanos

El anuncio del presidente de contratar médicos cubanos y afiliar a centroamericanos al IMSS ha sacado a relucir el racismo y clasismo de sectores de la sociedad mexicana.

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El reclamo es injusto: fuera cubanos, fuera centroamericanos. Que se regresen a sus países, dicen.

Y no lo dice el gobernador de Texas, tampoco el Ku Kux Klan, ni alguna organización neonazi o un integrante del partido Republicano: lo dicen muchas y muchos mexicanos.

Lo dicen en Twitter, lo dicen en redes sociales... comparten en cadenas de WhatsApp que el presidente quiere darle nuestro dinero a centroamericanos y a los médicos cubanos.

Reclamos cargados de racismo, clasismo y xenofobia.

Pensemos por un momento: ¿qué habría pasado si el presidente Andrés Manuel López Obrador hubiera anunciado la contratación de 500 médicos alemanes?

O qué habría pasado si hubiera dicho si los refugiados ucranianos que acampan en Iztapalapa serán afiliadas al IMSS.l 

Seguro esa medida habría desatado loas, aplausos y reconocimientos: "tenemos a un estadista como presidente; denle el Nobel", habrían dicho seguramente.

Pero como, en vez de eso, el mandatario federal prometió apoyo contra pobres centroamericanos y pobres comunistas cubanos, la respuesta es el insulto, la descalificación... y rabietas cargadas de racismo.

Cuando, por el contrario, la justicia social debe de abarcar a todas y todos, no excluir a nadie, independientemente de su raza, clase social, nacionalidad y color de piel.

Si algo ha hecho la extrema individualización promovida por el neoliberalismo es la idea de que para triunfar hay que dejar al otro fuera. La puerta es muy pequeña y no todos pueden pasar.

En este caso, se debe reconocer el afán del presidente López Obrador de apoyar a pueblos hermanos.

Peeeeero.... sí es algo incongruente que busque aumentar esos apoyos cuando, en realidad, son deficientes y muchas y muchos mexicanos no tienen acceso a los mismos.

Por lo tanto, el anuncio presidencial parece más propaganda que un afán de realmente ofrecer un estado de bienestar para la población mexicana y que incluso pueda abarcar a personas de naciones vecinas.

El mandatario quiere compartir un pastel, lo cual es bueno, pero que en realidad o está podrido o son meras migajas, lo cual es malo.

Antes que anunciar medidas que, sí, son loables, pese a las rabietas de los racistas mexicanos, hay que generar las condiciones para que esos beneficios realmente existan para los propios mexicanos.

No hay que presumir un pastel que aún ni siquiera se termina de hornear,