Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tiene algo que celebrar tras el revés del domingo: el litio fue ¿nacionalizado mexicano?
Amante de los símbolos, las gestas y los mitos históricos, el presidente busca dejar este legado para el país. Que se le asocie, sempiternamente, con la nacionalización de dicho recurso.
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Pero... ¿realmente tenemos litio en México?
Es cierto que en territorio nacional, específicamente en Sonora, se han hallado importantes yacimientos de este recurso. Sin embargo, eso no significa que puedan ser explotados.
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De hecho, México no cuenta actualmente con minas de gran calado para extraer el recurso. Todo son yacimientos pendientes de ser explotados.
Incluso, hay especialistas en geología que refieren que el litio mexicano es básicamente arcilla, lo cual hace difícil que sea aprovechado.
Quizá sea cierto eso.
Sin embargo, también es cierto que la potencialidad está ahí y si no hubiera posibilidad de aprovechar el recurso no habría habido, como hasta ahora, interés de la inversión privada en explotarlo. Por algo empresas chinas (hay que recordar que el mineral se cotiza en yuanes) han expresado su interés en el litio nacional.
La nacionalización del litio, independientemente de las discusiones formalistas respecto a si ya era nacional o no, es un tema importante. La Ley Minera especifica que será explotado en beneficio del país, a través del Estado, lo cual es algo que no estaba marcado explícitamente en el Artículo 27 constitucional.
No es lo mismo, sin embargo, nacionalizar que estatizar. En todo caso, surge la pregunta: ¿esto fue una estatización o una nacionalización?
Como sea, es positivo que se busca que el recurso beneficie al país.
Por otra parte, ¿realmente nuestro litio nos volverá una potencia en su explotación o realmente es un mineral de escasa utilidad?
Otro tema que surge, la nacionalización promovida por AMLO ha sido, quizás, magnificada. En la realidad quizá nunca vayamos aprovechar el litio mexicano. A diferencia del petróleo, que permitió el desarrollo nacional durante décadas.
Quizá sea el litio sea parte de la obsesión presidencial de pasar a la historia.