N lleva un par de meses fuera de su casa. La tuvo que dejar por el incremento de la violencia en la comunidad en la que vivía, Palmas Altas, en el municipio de Jerez. Desde entonces, él y su familia se sumaron a los cientos de desplazados en Zacatecas por la violencia.
Como él al menos unas 2 mil personas se han tenido que mover de su lugar de residencia por causas de fuerza mayor: la irrupción del crimen organizado en sus comunidades.
Te podría interesar
Según representantes campesinos, son alrededor de 17 localidades que se han vaciado parcial o totalmente a causa del fenómeno, que se desató hace unos dos años.
En Palmas Altas, N ubica un cambio desde el pasado 17 de febrero de 2021, el Miércoles de Ceniza, tras el cual se dio el primero de los levantamientos de vecinos.
Te podría interesar
"Ahí anduvieron gente armada rondando nuestras comunidades pero hasta eso no eran ofensivos con la ciudadanía, con la gente del campo, hasta el año pasado", relata. N se identifica así por temor a represalias.
Como la suya, son alrededor de 100 familias de esa comunidad las que tuvieron que dejar la comunidad, a unos 40 minutos en auto de la cabecera municipal de Jerez. La mayoría se movieron a esta localidad, mientras otros tantos se fueron a otros municipios o incluso otros estados, adonde tuvieran parientes.
I, otra de las personas desplazadas, relata que algunas de sus comadres se fueron al norte, cerca de Estados Unidos, mientras que L recuerda que otros se fueron a estados vecinos, al centro del país, o hasta del otro lado de la frontera.
Pero la huida fue lo de menos para este centenar de familias que no quiere dejar su vida atrás, que se resiste a creer que el único apoyo que les dieron ha sido para ir a sacar sus cosas de valor de sus viviendas.
Apenas a principios de marzo, N acudió a Cieneguita de Fernández, otra localidad de Jerez, a casa de sus suegros para retirar los pocos bienes que dejaron los criminales, luego de que saquearan y esculcaran todos los cajones para llevarse algunos artículos de valor y que pudieran ser útiles para sus campamentos en la sierra.
Acudieron al lugar en caravana a bordo de camionetas de carga, custodiados por elementos de seguridad federal. A su llegada encontraron las puertas balaceadas, vehículos quemados, paredes con marcas de disparos y pintas del Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los grupos que ha tomado la localidad.
"Es que no más se salió uno con ropa en el sentido de que uno nunca pensó que se fueran a meter a las casas de uno. Según ellos, andaban en otra onda, pero uno por miedo mejor se salió sin imaginar que fueran a entrar en las viviendas y a robarse las camionetas, los tractores, los implementos", reclama N.
Extrañamos nuestros trabajos en la comunidad
R también es uno de los desplazados en Zacatecas. Junto con sus 3 hijos y su esposa, salieron de Cieneguita de Fernández hace unos 6 meses cuando se mudaron con unos familiares a la cabecera en Jerez, pero el éxodo de familias comenzó un año atrás.
Y aunque no están impedidos de volver, por ahora prefieren no hacerlo. R asegura que regresa cada semana o cada 15 días a revisar sus cultivos y sus animales, aunque muchos de ellos ya se escaparon o están por ahí pastando pero sin la atención adecuada.
"Vamos seguido, pero en sí ya no podemos estar allá ni nos quedamos", reitera. "A mí no me ha pasado nada. Es el temor más que nada, y las cosas que van sucediendo con vecinos, con personas. En la comunidad de Villa Hermosa a un señor que estaba trabajando en los barbechos juntando basura llegaron, se lo llevaron. No se supo nada de él hasta casi los dos meses que lo encontraron muerto", recuerda.
Estos eventos asustan a los demás. Y cómo no hacerlo, porque le puede pasar a cualquiera. Otros habitantes de la zona, como J, recuerda que cuando van al campo a trabajar prefieren evitar cruzarse con las camionetas cuando llevan carretillas y mejor se salen del camino, porque no saben quiénes son y menos qué pasará. Y tras los incidentes, como un levantón, un secuestro o un asesinato, las familias se van. Y el problema, como con todos los muertos, es para los que se quedan.
"Los pocos que van quedando ahí se sienten más vulnerables y mejor dice uno partir de ahí", comenta R.
A diferencia de Palmas Altas, donde hay varios productores de fruta, en Cieneguita el cultivo es sobre todo para autoconsumo y para alimentar al ganado; siembran algunos forrajes, como avena, y crían sobre todo ganado.
Pero ahora, en la ciudad de Jerez, lejos de su casa, no puede dedicarse a lo que ha sido su vida: el campo.
Por ello toma cualquier empleo que se le cruce, como transportista, constructor, retirando escombro, moviendo estiércol, cualquier cosa que le deje llevar sustento a su familia.
"En Jerez trabajo de lo que encuentro ayudando albañilería o moliendo pasturas o donde encuentre trabajo, y no es fijo, a veces trabajamos, a veces no hay", lamenta R. "La manera en que vive allá, sus trabajos, todo, los compromisos tenemos nuestras pasturas tiradas en los barbechos, tenemos nuestros animales, unos se han perdido unos están mal atendidos y pues no es la misma, entonces extraña uno su manera de vivir, tranquilos y trabajando", sostiene R.
Mejor ellos son dueños de nuestras casas
La molestia no es sólo por no poder estar en sus casas, sino porque los otros las usan como si fueran legítimos propietarios. I relata que algunas de sus vecinas en Sauz de García comentaron que en sus casas encontraron platos con comida recién servida el día que fueron a sacar algunas de sus pertenencias en compañía de los militares.
"Creemos que si el gobierno pusiera más empeño o tuviera más vigilancia para que esas personas se dispersen un poco, se empiecen alejar, sería bueno; porque prácticamente ellos ahí están, ahora sí que mejor que uno que es el dueño de las casas; y el gobierno, como si nada", cuestionó R.
Por ello, para N es increíble que las autoridades en el país minimicen el fenómeno que hoy los aqueja. Apenas la semana pasada en su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), desestimó al número de afectados por este tema.
"Son pocas, muy pocas las regiones en donde hay desplazados, no es el tiempo de antes. Y lo que se está haciendo en estos casos es buscando que la gente regrese a sus comunidades, a sus pueblos. (...) Pero si se necesita ayuda a desplazados, a gente que está sufriendo, pues eso es parte muy importante de nuestro trabajo. (...) Pero no es un tema central, no es un tema que se esté planteando permanentemente, y ahí pues ya se sabe que tenemos que ayudar por cuestiones humanitarias, por cuestiones de justicia, porque así es nuestro gobierno", lanzó.
Aunque para quienes lo viven el problema sí es central, pues llevan más de un año asolados por la violencia que viven en su comunidad, casi como si estuvieran en guerra.
"No es Ucrania. Déjeme decirle que es una guerra que tenemos aquí. Así están 14 comunidades que tenemos acá", criticó N en alusión a los desplazados en Zacatecas, como si vivieran en una zona de conflicto mayor.