Dos hijas de Vladimir Putin han sido incluidas hoy por Canadá en una nueva ronda de sanciones económicas contra Rusia que también afectan a otras 12 personas cercanas al presidente ruso, incluidos oligarcas y sus familiares, en respuesta a la invasión de Ucrania.
Las dos hijas de Putin sancionadas por Canadá son Katerina Vladimirovna Tikhonova y Maria Vladimirovna Vorontsova, fruto del matrimonio del mandatario ruso con su ahora exesposa Liudmila Pútina.
En las últimas semanas, Tikhonova y Vorontsova han sido incluidas en las listas de sancionados por la Unión Europea (UE), Estados Unidos, el Reino Unido y Japón.
Además de las dos hijas de Putin, el Gobierno canadiense incluyó en su última ronda de sanciones a oligarcas como Petr Aven, quien hasta marzo de este año dirigía Alfa-Bank, el mayor banco comercial de Rusia; Oleg Boyko, presidente de Finstar Financial Group, y Mikhail Fridman, cofundador de Alfa-Bank, nacido en Ucrania y con nacionalidad rusa e israelí.
En la lista canadiense también están incluidos Igor Makarov, un antiguo ciclista profesional y presidente de Areti International Group; Elvira Nabiullina, gobernadora del Banco Central de Rusia; Sergei Roldugin, amigo personal de Putin; Maria Lavrova, esposa del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, así como su hija, Ekaterina Vinokurova.
La ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, afirmó en un comunicado que Ottawa seguirá imponiendo "significantes costes al régimen ruso" en coordinación con países aliados al mismo tiempo que presionará para que las autoridades rusas sean responsabilizadas por sus acciones en Ucrania.
"Responderán por sus delitos", dijo Joly.
Desde que Rusia se anexó Crimea en 2014, Canadá ha impuesto sanciones a más de mil 200 individuos y entidades como empresas, centros de investigación y desarrollo e instituciones de Rusia, Bielorrusia y Ucrania.
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Putin desata ira sobre Mariúpol
Rusia dio este martes otro ultimátum a las fuerzas ucranianas que aún resisten en la asediada ciudad de Mariúpol, especialmente en la acería de Azovstal, para que depongan hasta el mediodía de este martes las armas a cambio de salvar así su vida.
"Teniendo en cuenta la situación catastrófica que se ha desarrollado en la planta metalúrgica de Azovstal, además de guiarse por principios puramente humanos, las Fuerzas Armadas rusas ofrecen una vez más a los militantes de batallones nacionalistas y mercenarios extranjeros detener las hostilidades y deponer las armas a partir de las 12:00", señaló el Ministerio de Defensa.
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La ciudad ucraniana de Mariúpol, sitiada por el ejército ruso, aún no ha caído bajo el control total de Moscú, a pesar de los intensos bombardeos que padece, aseguró este martes Petro Andriushchenko, teniente de alcalde de esa población, en su cuenta de Telegram.
La urbe marítima, a orillas del Mar de Azov, ha sido fuertemente bombardeada por el ejército ruso desde el inicio de la invasión, el pasado 24 de febrero, y su población no cuenta con servicios básicos como agua, luz, electricidad o alimentos.
Aunque la ciudad está prácticamente destruida, las autoridades municipales nombradas antes de la ocupación continúan enviando mensajes sobre la situación de los cerca de 100 mil civiles que permanecen en la urbe y los más de un millar de soldados que impiden que caiga totalmente en manos rusas.
Mariúpol es un punto estratégico para el ejército ruso que pretende ocupar para unir a sus fuerzas en el sur y el este de Ucrania, desde la península de Crimea, anexionada en 2014, hasta la región del Donbás, fronteriza con Rusia.
El comandante de la 36ª brigada de infantes de Marina ucraniana, Sergiy Volyna, que se encuentra defendiendo la ciudad de Mariúpol, escribió una carta al papa Francisco pidiendo que ayude a parar la guerra.