Las dos hijas de Valdimir Putin, María Vladimirovna Putina y Katerina Tíjonova, estuvieron en la mira internacional el día de hoy por las sanciones económicas que les fueron impuestas, pero además de ser hijas del presidente de Rusia, ¿qué han hecho?, ¿a qué se dedican?
Ambas hijas las tuvo Putin con Liudmila Putina, con quien estuvo casado por 30 años, pues contrajeron matrimonio en 1983 y se divorciaron en el año 2013.
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María Vladimirovna Putina nació en 1985, cuando su padre era miembro de la KGB, es copropietaria de Nomeko, una empresa que colabora en la construcción de un centro oncológico cercano a San Petersburgo.
Sus estudios en biología los hizo en Rusia, donde se formó en la Universidad Estatal de San Petersburgo y se graduó en la Universidad Estatal de Moscú en el 2011.
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Ella está casada con un holandés llamado Jorrit Faassen, un empresario que trabajó para Gazprom, la empresa más grande de gas de Rusia, de acuerdo con El País.
Ambos viven en un rascacielos ubicado en Moscú, Rusia, y son padres de dos hijos, uno nació en el 2020 y otro en el 2017.
Mientras que Katerina Tíjonova nació en Alemania en el año 1986, donde Putin trabajó para la KGB, es una investigadora que dirige un instituto de inteligencia artificial en la Universidad de Moscú y entre sus aficiones se encuentra su gusto por los deportes.
Igual que su hermana estudió en la Universidad Estatal de San Petersburgo y se graduó en la Estatal de Moscú; además tiene una maestría en física y en matemáticas.
Ella practicaba profesionalmente el rock acrobático, que consiste en de baile que se hace en pareja, pues ganó una medalla de plata en el año 2014 junto a Iván Klímov.
Tíjonova estuvo casada con el multimillonario Kiril Shamálov, con quien contrajo matrimonio en el 2013 y se separó cinco años después, en el 2018.
En el 2020 Vladimir Putin dijo que una de sus hijas fue voluntaria para probar la vacuna Sputnik V, aunque en ese momento no especificó si se trataba de María Vladimirovna Putina o de Katerina Tíjonova. _Con información de EFE, El País y La Razón