La longaniza y el chorizo son dos embutidos que no pueden faltar en platillos típicos de México, estos embutidos suelen venir con una piel o envoltorio que, por lo general, se retira para cocinarlos, pero alguna vez te has preguntado, ¿es malo consumir esa cubierta? A continuación te lo decimos y qué tan saludable es comer esa clase de alimentos.
En primer lugar, la piel que recubre la longaniza y el chorizo es de dos tipos: la primera es natural y, por lo común, son tripas que son sometidas a un proceso de limpieza para eliminar residuos y meter la carne; el segundo tipo son los sucedáneos sintéticos, elaborados de celulosa y plástico, de acuerdo con un artículo del diario ABC.
¿Es malo comerse la piel de la longaniza o del chorizo?
Eso depende del tipo de piel que tenga y la higiene de las personas, por ejemplo: una piel natural puede comerse, pero debe lavarse antes de empezar a cocinar, pues la principal función de estos envoltorios es que no penetre el polvo ni patógenos a la longaniza, el chorizo o alguna otra clase de embutido.
La piel natural cuenta con un reducido aporte de grasas y proteínas, de acuerdo con Laura Llorente García, una nutricionista consultada por el portal ya mencionado. Los fabricantes someten a estas tripas a un proceso de limpieza y estabilización microbiológica para que no resulten perjudiciales.
Te podría interesar
Todas las coberturas de origen artificial, al ser elaboradas con celulosa o plástico, no se aconseja comerlas, ya que dichos materiales no aportan ningún nutriente para las personas y pueden resultar contraproducentes para la salud. En estos casos es mejor desecharla, según la experta.
Esto es similar a la corteza de los quesos, pues las que se elaboran de manera natural pueden consumirse sin ningún tipo de problema, mientras que las artificiales se deben desechar. El envoltorio de las salchichas que se venden en los supermercados también se debe desechar.
¿Qué tan saludable es comer longaniza o chorizo de forma recurrente?
De acuerdo con el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), las carnes procesadas como la longaniza o el chorizo aumentaron el riesgo de padecer cáncer, en caso de que exista un consumo excesivo por parte de las personas adultas.
En cantidades moderadas, estos embutidos aportan una serie de nutrientes entre los que se encuentran: minerales como el fósforo, hiero y zinc, así como vitaminas del grupo B. No obstante, la mayor parte de estas carnes procesadas son grasa: hasta en un 30 por ciento.
Según cifras de la Asociación de Certificación de Sector Agropecuario Alimentario (ACSAA), en 2020, las y los mexicanos consumieron hasta 35 mil 604 toneladas de chorizo y longaniza, pero no superaron la ingesta de salchichas que fue de 173 mil 027 toneladas.