La jícama, también conocida en muchas partes como nabo mexicano, es una planta leguminosa que se suele consumir como "fruto" en cócteles, sola, acompañada con limón, sal y chile o en ensaladas u otros platillos, sin embargo, puede haber de dos clases: la de agua y leche.
En ese sentido, es importante señalar que no es una fruta, sino que es parte de la familia de las legumbres, mientras que su origen se encuentra en México y otras partes de Centroamérica.
El sabor del tubérculo es dulce y almidonado, pero el resto de la planta se considera tóxico, pues la semilla contiene alto contenido del insecticida natural rotenona.
¿Cuál es la diferencia entre la jícama de agua y la de leche?
La jícama de agua es de forma bastante redondeada y con jugo transparente, mientras que la jícama de leche tiene una forma más alargada y su jugo es blancuzco, de ahí salen algunas variedades como son la cristalina, agua dulce y la criolla de Morelos.
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De acuerdo con información del Gobierno de México, se cultiva especialmente por sus raíces tuberosas, las cuales son comestibles.
Por otra parte, señalan que la palabra jícama proviene del náhuatl "xicamatl", que significa “raíz de agua”, por lo que el erróneamente llamado fruto es más bien una raíz.
Además, apuntan que la jícama contiene de 86 a 90 por ciento de agua, así como vitamina C, calcio, fósforo, potasio, hierro, proteína y lípidos. Su sabor dulce proviene de la oligofructosa, que no la metaboliza el organismo humano y resulta ideal para consumo de los diabéticos.
En México, Morelos, Michoacán y Nayarit son los principales productores de jícama, con 28 mil toneladas de la raíz cada año.