La exposición a los rayos solares, voluntaria o involuntaria, puede llegar a ser muy dañina para la piel, muchas personas olvidan o ignoran que el cuerpo se está enfrentando a una de las fuentes de energía más potentes de la naturaleza.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que las radiaciones solares ejercen un efecto negativo en la salud, principalmente a enfermedades vinculadas a diversos tipos de cáncer de piel, envejecimiento prematuro, cataratas y otras enfermedades oculares.
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El riesgo de padecer alguna de estas enfermedades depende de los factores relacionados con la tolerancia a la radiación, el tipo de piel de la personas y la exposición.
Entre los efectos negativos inmediatos podemos encontrar:
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- Quemadura solar: de primer grado o enrojecimiento o de segundo grado con ampollas.
- Bronceado: pigmentación inmediata o diferida.
- Alteraciones del sistema inmunitario.
- Insolaciones.
- Daño a nivel celular de la piel.
Tras una exposición solar inadecuada se produce en primer lugar y de manera inmediata un eritema o enrojecimiento, que comienza a aparecer a las pocas horas de iniciar la exposición a los rayos solares, alcanzando su máxima intensidad de las 12 a las 24 horas.
Cuando la exposición es excesivamente prolongada y persistente, su aparición puede ser muy intensa e incluso se puede producir una quemadura más profunda, presentando inflamación, edema y ampollas. La aparición del eritema (enrojecimiento en respuesta de una lesión) es proporcional al número de exposiciones previas a los rayos ultravioletas (UV).
Mientras que sus efectos negativos tardíos (por una exposición crónica) son:
- Fotoenvejecimiento cutáneo: Envejecimiento prematuro de la piel que implica dilataciones vasculares, arrugas y manchas.
- Fotocarcinogénesis: La aparición de tumores cutáneos.
- Alteraciones oculares: como las cataratas.
En el caso de los efectos tardíos, los rayos UV del tipo A, provocan la formación de radicales libres con gran capacidad oxidante que dañan las células y provocan un envejecimiento de la piel.
De acuerdo con la OMS, el fotoenvejecimiento es responsable de la mayor parte de los cambios no deseados en el aspecto de la piel. manifestándose particularmente en las zonas del cuerpo que están más expuestas al Sol, (cara, cuello y manos). La piel de esas zonas pierde elasticidad, provocando que se haga áspera, arrugas, adquiriendo un tono amarillento y pigmentación irregular.
Al observar la piel bajo el microscópio el envejecimiento prematuro es la degeneración de las fibras elásticas y se caracteriza por la variabilidad en cuanto a su grosor, presentando una atrofia y áreas más engrosadas de la piel. En cuanto a la pigmentación se puede observar lesiones pigmentadas asociadas a la exposición solar prolongada.
Uno de los métodos para prevenir el fotoenvejecimiento es utilizar filtros solares adecuados, acompañados de una correcta hidratación para reponer el agua perdida por defecto de la radiación UV evitar la exposición solar prolongada, así como no salir en las horas con mayor radiación, de 11:00 a 16:00 horas.