Curiosidades

CRÓNICA

Una canícula 'infinita': crónica para escapar del calorón en México

A finales del siglo XX, uno podía usar el agua para divertirse en Semana Santa, ahora solo es para vivir.

Seguirán las altas temperaturas y para la desgracia de quienes gustan del frío apenas va iniciando la estación.Créditos: Cuartoscuro
Escrito en CURIOSIDADES el

¿Has tocado a un azotador? Yo sí. A pesar de la insistencia y los gritos de los adultos para que no lo hiciera, yo no hice caso y un día deslicé mi mano en la pared. Había un azotador... y lo toqué.

Mi mano ardía. Lloré por sentir cómo el dolor recorría mi cuerpo y a la vez se hinchaba. Y si alguien me cuestiona sobre la sensación, yo considero que es como si estuviera viviendo los estragos de la canícula.

Mi definición de calor es esa. Y en esta época primaveral en donde el Sol permanece a mitad del cielo, trato de ver la manera de poder refrescarme.

Agradezco que no lleguen los rayos del 'astro rey' de manera directa a mi hogar, pero sufro por el bochorno que se produce. El agua es una opción que ayuda, la guardo en el refrigerador para refrescar mi cuerpo con su temperatura fría; sin embargo, con esos pocos minutos que me da de felicidad, se convierten en años de sufrimiento en un infierno.

En las creencias religiosas han representado el infierno con llamas y altas temperaturas, las caricaturas muestran estas interpretaciones, pero en un momento noté que alguien lo dilucidó como un gran campo de hielo. Ahí no sería mi infierno, viviría en el paraíso.

Las playeras se pegan a la espalda, los pantalones raspan las ingles, el sobaco termina mojado y es complicado mantener un olor agradable. Todo por culpa del 'calorón' que viene gracias por el cambio climático.

Incluso, en la CDMX son pocos los lugares que son frescos; muchos solo tienen ventiladores, pero pocos con un aire acondicionado. Es más, algunos se enferman por ese tipo de cambios y es mucho peor para ellos. Yo soy uno de ellos.

Una de las razones por las que siempre hace mucho calor en casas y departamentos de la ciudad, es por falta de áreas verdes, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda nueve metros cuadrados de áreas verdes a su alrededor, a no más de 300 metros de distancia o 10 minutos caminando, pero la capital mexicana apenas llega al promedio de 6.

La distribución en la que se encuentran estos hogares es otro problema porque parece ser que por todos lados entran los rayos del Sol. Una canícula infinita.

Eso, en los noventas, se hubiera resuelto con una salida al parque o en la calle para 'atacarnos' con globos llenos de agua; hoy en día el desperdicio de agua está sancionado. Ya no hay agua para disfrutar, solo para vivir.

Durante los noventas, el calor podía pasar por desapercibido si vestías bermudas, comías helado y dejabas la ventana abierta. Uno podía controlarlo, aunque también había veces en donde nadie lo soportaba.

Ahora, en estos últimos he padecido dolores de cabeza y todo por el calor. El agua no sirve y solo mis pastillas contra este mal me ayudan a evitar el problema, aunque no es bueno tomar seguido cuatro pastillas al día.

En el Metro es muy complicado mantenerse en un lugar con sombra; si vas por debajo de la tierra es mejor, solo que se encierra más el calor; en los camiones y peceras uno no puede detener el goteo del sudor en la cabeza y ni hablar del Metrobús porque en cualquier estación del año siempre hace calor: siempre es verano.

Uno visualiza el futuro con ropa elegante, casas increíbles y un clima agradable. A mí me vendieron un futuro con carros voladores pero el resultado fue todo lo contrario, algo que seguro muchos nunca pensaron que sucedería.