Un 7 de Mayo pero de 1990, un hombre de origen polaco entregado a la vida religiosa envestido de sumo pontífice, visitaba tierras mexicanas por segunda vez.
Su nombre de pila, era Karol Wojtyla pero el mundo lo conoció como Juan Pablo II: El Papa Viajero.
Su carisma bien conocido, conquistó el corazón de la feligresía católica y por qué no decirlo; hasta de líderes, fieles o adeptos a otras ideologías religiosas.
Por ello, el pasado 22 de octubre se celebró el día de San Juan Pablo II, el único pontífice que visitó la ciudad de Veracruz en mayo de 1990.
Te podría interesar
Pero… ¿por qué se escogió el 22 de octubre?
Se hizo de esa manera debido a que la iglesia católica conmemora el Día Mundial de las Misiones, en alusión a Karol Wojtyla “El Papa Misionero”, líder que eligió a Veracruz como su segunda casa, llegando a oficializar la frase de
“Solo Veracruz es Bello”
En ese sentido, el padre Aurelio Mojica Limón, vocero de la diócesis de Veracruz, recordó aquella visita un 7 de mayo de 1990 y las vallas de feligreses que hizo la gente desde el aeropuerto hasta el malecón.
Como fruto de esa visita, San Juan Pablo II dejó algunas prendas que la Iglesia toma como reliquias de segundo grado y en la Catedral de Veracruz, se pueden encontrar aunque no al público; debido a la pasada emergencia sanitaria.
En años anteriores, el padre Víctor Manuel Díaz Mendoza (+), ex vocero de la Diócesis de Veracruz y párroco de la Catedral; exponía al público las reliquias del santo de origen polaco.
¿En qué consisten las reliquias?
Consisten en una silla y una estola que ocupó Karol Wojtyla, en su visita a Veracruz.
Son artículos que utilizó el entonces Obispo de Roma en la misa solemne, celebrada en lo que hoy; es la Macroplaza del Malecón de Veracruz.
En esa homilía, el Papa Polaco se hizo acompañar del entonces obispo de Veracruz, Don José Guadalupe Padilla y Lozano así como de una decena de sacerdotes provenientes de todo el estado de Veracruz y fue en ese entonces, cuando la estola y la silla que utilizó para celebrar la santa misa, se quedaron como huella física imborrable en la Catedral ubicada sobre la Avenida Independencia, de la Ciudad y Puerto Jarocho donde hasta el día de hoy, permanecen bajo resguardo.
No solo se conservan las reliquias, también hay una vía de comunicación que lleva su nombre en el municipio de Boca del Río y en su momento, lo que hoy es el cruce de Avenida Juan Pablo II y el Boulevard Adolfo Ruiz Cortines, estuvo la estatua de Karol Wojtyla; posteriormente y acorde con los tiempos así como con las normas de vialidad, la efigie del Papa Viajero se colocó al final de la avenida, pero frente al mar (ya en el Boulevard Manuel Ávila Camacho) que es donde permanece en la actualidad.
En la historia de la ciudad de Veracruz, la visita del pontífice más querido de todos los tiempos quedó marcada en la vida de muchos de sus habitantes, la gran mayoría lo recuerda aún con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada.
Saber que quedan vestigios físicos de su presencia terrenal, para muchos feligreses simboliza la esperanza, la fe misma y por qué no decirlo, la presencia del creador en la tierra como un digno representante.
Como se hizo referencia, las reliquias no están expuestas al público por motivos sanitarios, por ello deben adoptarse nuevas medidas de seguridad e higiene, para protección de los fieles como de quienes sean los celosos guardianes.
El tener dichos vestigios entre el pueblo veracruzano, llena de orgullo a su gente además de recalcar de manera fehaciente; el gran amor que el obispo polaco tuvo por el territorio mexicano.
Por ello, se recalca aquella frase que enarboló sus cinco visitas a nuestra patria: Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo y Veracruz… ¡Mucho más!