En Torreón existe una leyenda donde el amor, la ilusión y la tragedia se unen, se trata del "Callejón del Beso", donde se cuenta que una mujer enamorada terminó en una lamentable desilusión que la llevo a terminar con su vida.
Al poniente de la ciudad, en el Callejón Tercero de la colonia Miguel Hidalgo, ubicada a las faldas del Cerro de la Cruz, se cuenta que hace más de 60 años, una joven mujer que habitaba en las cercanías del bulevar Revolución, entre el Callejón Tercero y Cuarto, comenzó un romance con un ferrocarrilero.
Cada noche, cuando se escuchaba el sonido del tren en las cercanías del Puente Negro, la joven subía corriendo el callejón para ver desde arriba si se trataba de la máquina que manejaba su enamorado.
Un día justo cuando la joven enamorada y su ferrocarrilero ya estaban comprometidos, se enteró de que él era un hombre casado en su ciudad de origen, en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde incluso ya tenía una familia, lo que destrozó el corazón y las ilusiones de la mujer.
Te podría interesar
Ante tal traición, una noche, la joven se puso su vestido de novia y al escuchar el sonido del tren, subió, como de costumbre, muy de prisa hacia el callejón, pero está vez sería por última vez.
La mujer lanzó un último beso antes de tomar la decisión de tirarse a las vías y morir entre los rieles.
Su alma pena por ese gran amor y su traición
Precisamente en un callejón que no mide más de un metro de ancho, y el cual se encuentra frente a las vías del tren, conectando el bulevar Revolución con la avenida Viento Libre, existen dos viviendas cuyas ventanas al abrirse permiten interconectar a ambas casas, además de que al ser tan angosto y contar con poca iluminación, resulta el escondite perfecto para los enamorados, y ahí los enamorados de esta historia se encontraban de vez en cuando.
Se cuenta que cada noche, después de escuchar el sonido del tren, se puede observar a la mujer de blanco subir por el famoso Callejón del Beso, para recorrer la avenida Viento Libre hasta llegar a un farol, ubicado en el cruce con el Callejón Cuarto, para después regresar y bajar por el mismo pasadizo hasta desaparecer frente a la máquina del ferrocarril.