Torreón

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Cliserio Reyes, el joven que voló en la cola de un avión y se hizo piloto gracias a Pedro Infante

El joven de 17 años originario de Torreón, solo quería volar, y que mejor manera de hacerlo en un vuelo hacia México que transportaba a diputados y senadores.

El sueño de 'volar' de Cliserio.El joven cruzó las rejas del aeropuerto para montarse en la parte externa de un avión y volar por los airesCréditos: Daniela Mena
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Cliserio Reyes, fue un joven de 17 años originario de Torreón, al que su obsesión por volar lo llevó a montarse a en la parte exterior de un avión DC-3, tan solo algún par de años después de que se inaugurara el aeropuerto de Torreón.

Se trató del vuelo 101 de LAMSA se preparaba para iniciar el viaje con destino a la Ciudad de México.

El 8 de octubre de 1950, un vuelo de LAMSA que aterrizó en Torreón para cargar combustible se encontró con un joven que sin miedo se monto en el exterior del avión y voló a más de 4 mil metros de altura. Créditos. Especial.

El sueño de Cliserio de poder volar, lo llevó a cruzar las rejas del aeropuerto para montarse en la parte externa de un avión y volar por los aires sin medir el peligro. No fue hasta que el piloto sintió algo raro en el vuelo que se descubrió tal atrevimiento por parte de Cliserio.

Incluso se cuenta que después de que se salvara de que le ocurriera alguna tragedia ante tal aventura, el mismo Pedro Infante le pago clases para que aprendiera a pilotear.

El día de los hechos

En los años 40, el Aeropuerto de Torreón, era reconocido como un importante centro de distribución de pasajeros y carga entre el centro y el norte del País, por lo que tomo relevancia debido a su alto número de  operaciones.

Fue el 8 de octubre de 1950, cuando ocurrió un suceso que marcó la historia de este aeropuerto, teniendo como protagonista a un jovencito de 17 años, Cliserio Reyes Guerrero, quien impresionado por los vuelos que veía pasar, se imaginaba volando en esos enormes pájaros de acero, lo cual veía muy difícil que ocurriera, ya que al vivir de una manera humilde, tal vez nunca cumpliría su sueño.

Cliserio era hijo de un ejidatario, y desde los sembradíos cercanos al aeropuerto, observaba cada día como volaban los aviones por el cielo, pero un día, aunque lleno de miedo, sacó valor y planeó el cómo cruzar las rejas de aquella terminal de aviones para atreverse a cumplir su sueño de volar.

El joven entusiasmado por volar, pasó un par de noches en la alambrada del aeropuerto, desde donde vigiló los movimientos de los aviones. Primero observó la pista 12, la cual se ubicaba en la parte más alejada del edificio de la terminal, ahí se llegaban a ubicar los aviones para salir a su vuelo, sin embargo despegaban en otro pista, la 30, por lo que Cliserio veía aún más alejado su sueño.

Pero la noche de ese 8 de octubre de 1950, la suerte se asomó para Cliserio, y es que de pronto apareció en la pista el vuelo 101 de LAMSA, el cual se preparaba para viajar hacía la Ciudad de México.

Los pasajeros de este vuelo era un importante grupo de Senadores y Diputados que volvían de Ciudad Juárez con destino final a la Ciudad de México, su avión solamente aterrizó en Torreón para hacer una recarga de combustible.

El comienzo de la aventura

El vuelo 101 de LAMSA, se trataba de un DC3 matrícula XA-FUM, a cargo del comandante el piloto Jorge Guzmán Lavat y como primer oficial Guillermo Bueno, quienes transportaban a 21 pasajeros, decidieron que ante el movimiento del viento hacía el sureste, tenían que dirigirse a la pista número 12.

Los pasajeros de este vuelo eran Senadores y Diputados que regresaban de Ciudad Juárez e hicieron escala en Torreón para carga de combustible. Créditos. Especial.

Fue en esta cabecera donde los pilotos se alinearon, realizaron su chequeo previo a despegar y comenzaron a acelerar para la carrera al despegue.

A escasos minutos para dar las 12 de las noche, el capitán Jorge Guzmán Lavat, un piloto mexicano de gran experiencia, quien en su trayectoria contaba con ser parte de la Real Fuerza Aérea Canadiense durante la Segunda Guerra Mundial, procedió al hacer el despegue.

El piloto al mando era el comandante Guzmán Lavat, quien al momento de elevarse comezón a sentir que había en el avión algo pesado en el área de la colá, por lo que tardaron en levantarse, sin embargo lograron alcanzar mayor velocidad, entonces el avión despegó de forma normal.

De pronto, el capitán comenzó a sentir en los mandos una vibración muy leve, pero anormal.

Al alcanzar el avión la altura de su primer ascenso, se redujo momentáneamente la potencia de los motores y la vibración cesó, sin embargo al llegar al siguiente nivel de vuelo y tomar una mayor velocidad, el capitán comenzó a sentir nuevamente la ligera vibración de antes.

Entonces le comunicó esta situación al primer oficial, tomó los controles pero no notó nada que preocuparse. Revisaron nuevamente la lista de chequeo para confirmar que se había llevado a cabo cada paso necesario antes de despegar y todo estaba en orden.

Continuaron operando el pilotaje del avión, y al aumentar la velocidad, de nuevo se presentó ese extraño ligero movimiento hacia atrás y hacia delante de la columna de mando, y en ese momento ya era más notorio el movimiento.

Con más de media hora de vuelo, el capitán Guzmán Lavat no quería seguir volando así, por lo que ante la incertidumbre de los movimientos pensó en revisar que es lo que estaba sucediendo, por lo decidió regresar a Torreón para que el personal de tierra de LAMSA revisara el avión.

Dio aviso a los pasajeros y el aeropuerto de Torreón, el avión inició su regreso, manifestando como motivo a la estación de LAMSA que lo hacía por falla en los controles.

El descubrimiento del atrevimiento de Cliserio

Ya estando nuevamente en el aeropuerto de Torreón y revisar el motivo de la vibración de la que momentos se había percatado el capitán Jorge Guzmán Lavat, descubrieron el cuerpo de Cliserio Reyes acostado sobre el  plano de control derecho.

Cliserio estaba sostenido de la parte trasera del avión, teniendo la suerte de que los movimientos de los pilotos le ayudaran a continuar en esa posición y sobrevivir. Créditos. Especial.

Se encontraba pegado al timón y generando una alteración aeronáutica, la cual era ligera pero al no ser normal, obligó al capitán a regresar a tierra.

Una serie de casualidades evitó que Cliserio cayera

El que esa noche el viento soplara del sureste y el que Cliserio Reyes esperara el avión en la cabecera de la pista 12, coincidió con la forma de operar del capitán Guzmán Lavat, quien llevara a cabo los virajes hacia la izquierda, para regresar a Torreón, y toda esa serie de movimientos, hizo que Cliserio Reyes no se cayera, esto debido a que la inercia del viaje lo sujeto al timón.

En el aterrizaje, la cola del avión bajó más rápido y brusco de lo normal, al estar ya en tierra, ambos pilotos bajaron primero del avión, los esperaban ya personal de LAMSA, intercambiaron impresiones con el jefe de aeropuerto y el mecánico encargado en el turno, e iniciaron una inspección con lámparas la cola del DC3.

Al llegar a Torréon nuevamente, los pilotos y hasta algunos pasajeros se encontraron con Cliserio montado el la cola del avión. Créditos. Especial.

Fue entones que el comandante Guzmán Lavat noto a un hombre acostado sobre el plano del empenaje, de inmediato pensó que era un mecánico, pero al acercarse, notó que no portaba un overol del LAMSA, por lo que no era ningún mecánico de la empresa.

El capitán le comenzó a gritar a aquel hombre postrado en la cola del avión, preguntándole por qué estaba ahí.

Al no obtener respuesta, se acercó más y lo tocó, notando que estaba muy entumecido, rígido y frío, por lo que pidió al personal  que lo bajaran del plano y lo colocaran en el suelo.

La reacción de Cliserio Reyes

Cliserio, solo escuchaba voces y gritos de la gente que lo rodeaba pero no entendía con claridad que estaba pasando y tampoco podía contestar.

Tomaron a Cliserio y lo llevaron a la oficina de Operaciones de LAMSA, donde se encontraban pilotos y autoridades aeronáuticas y policiacas, hasta algunos senadores y diputados curiosos por conocer lo que había pasado, ingresaron.

De repente el joven lagunero despertó, sin saber dónde estaba, pero sí con mucho miedo, frío, sed, y miles de emociones encontradas, y es que su imprudencia no fue para menos, y todos estaban sorprendidos de la suerte que tuvo de no caer del avión, el cual había volado por más de media hora y a 12 mil pies de altura.

Por supuesto Cliserio fue nota tras su aventura en el LAMSA, convirtiéndose así en una historia legendaria. Créditos. Especial.

En el reporte entregado por el comandante Jorge Guzmán Lavat , señaló que en la revisión del XA-FUM, no existía ningún problema técnico, y tras constatar la historia del joven Cliserio Reyes, tomó la decisión de continuar el vuelo a la Ciudad de México.

La prensa de ese momento no dejaba de hablar de la hazaña del joven Cliserio. Créditos. Especial.

En la bitácora del avión, Guzmán Lavat  anotó que el vuelo 101 de LAMS, el día 8 de octubre de 1950, alcanzó una altura máxima de 12 mil pies, y tras 59 minutos de vuelo aterrizó nuevamente en el aeropuerto de la ciudad de Torreón para llevar a cabo una revisión en los controles de mando, de esta forma quedó constatado que el joven campesino había realizado una hazaña.

Después de la tormenta, viene la calma y hasta un premio

El empeño de Cliserio Reyes por aprender a volar, lo llevó a que la comunidad de aeronáutica de la Laguna, lo apoyara para obtener su licencia de Piloto Aviador, aunque igual hay versiones de que Pedro Infante, siendo un enamoradizo de los aviones, se enteró del caso y le ayudó al joven a pagarse un curso para convertirse en piloto.

Se dice que Pedro Infante, al enterarse del suceso protagonizado por Cliserio, le pago al joven cursos para que aprendiera a volar. Créditos. Especial.

Cliserio, trabajó como fumigador y posteriormente se trasladó a Chiapas, donde fundó una empresa junto con el Capitán Delmar Román, la cual nombraron Servicios Aéreos Reyes Román, S.A., y posteriormente voló para la Secretaría de Recursos Hidráulicos, además de pilotar aeronaves privadas. Con ello logró alcanzar más de 12,000 horas de vuelo anotadas en su bitácora.

Cliserio cumplió su sueño de volar aviones, después del apoyo que le otorgaron para que se convirtiera en piloto. Créditos. Especial.

Por su parte el comandante Jorge Guzmán Lavat, continuó volando por muchos años en la aviación comercial, y tras dejar a LAMSA por seguir un aventura en la aviación general, voló por un corto periodo en Mexicana de Aviación y se incorporó posteriormente a GUEST Aerovías México, volando los Super Constellation L-1049G y más tarde fue de los primeros pilotos en volar en la Era del Jet en la ruta México-Europa en el Comet 4C.

Cliserio se mudó a Chiapas, donde fundó una empresa junto con el Capitán Delmar Román, la cual nombraron Servicios Aéreos Reyes Román, S.A. Creditos. Especial.

Por su puesto que aquel piloto que tuvo que regresar a tierra tras la hazaña de aquel joven de 17 años, Cliserio Reyes, coincidieron al menos una vez siendo colegas, esto sucedió de manera breve en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a principios de los años setenta. Ambos a bordo de sus respectivos aviones.

Cliserio consiguió su permiso como piloto, tras su hazaña que si bien fue valiente, también fue peligrosa. Créditos. Especial.

Cliserio Reyes, murió en 1995 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y a más de 70 años de su travesía sigue siendo una historia legendaria que contar.