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Apariciones de demonios, brujas y muñecas 'poseídas' en México, según la Inquisición

El Tribuna de la Santa Inquisición en la Nueva España (nombre que recibió el México colonial) operó desde 1569.

Los testimonios ante la Santa Inquisición relatan desde posesiones demoniacas hasta actos de brujería. Créditos: Rocío Martínez
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Ni en las películas más tenebrosas para ver durante Halloween existen historias tan tenebrosas como las que relatan los Archivos de la Santa Inquisición, las cuales relatan desde apariciones de demonios, brujas y hasta muñecas poseídas. Desde 1569, por mandato del entonces rey Felipe II, empezó a operar el Tribunal de la Santa Inquisición de la Nueva España. 

En la Nueva España, nombre que recibió el México colonial, el Tribunal de la Santa Inquisición persiguió delitos relacionados con la herejía y la brujería, aunque también se dedicó a investigar la limpieza de sangre, es decir, investigar que las personas que accedían a cargos públicos eran cristianos y no conversos de otras religiones, como judíos o moriscos (musulmanes). 

Cuando los demonios y brujas acechaban a la Nueva España

Los archivos de la Santa Inquisición narran investigaciones sobre invocaciones y hasta apariciones demoniacas en la Nueva España. Entre 1571 y 1592, este tribunal recibió una denuncia en contra de Cristóbal López, alcaide de la cárcel de Guatemala -entonces parte del territorio novohispano- por "pacto con el demonio". 

Y no sólo hay acusaciones de pactos con el demonio, sino de hablar con esta entidad del inframundo: en 1557, María Campos -una habitante de Guatemala- fue acusada "por haber conversado y participado con el demonio". Ese mismo año se abrió un proceso contra la ya nombrada María Campos y Francisco del Valle y Marroquín "por brujos y tener pacto con el demonio". 

Pedro Ramos, un habitante de la Nueva España en el mes de junio de 1715, fue acusado por un pacto con el demonio, aunque en su caso se hallaron pruebas como una bolsa con los restos de un colibrí y hasta huesos humanos que, supuestamente, uso para distintos fines como conseguir mujeres. 

El resto de las denuncias son por pacto con el demonio, uso de peyote para conseguir mujeres, uso de huesos de muerto para distintos fines: como conseguir mujeres, dormir o amansar a alguien, obtener dinero y éxito en el juego, hechicerías y uso de hierbas adivinatorias. 

Entre los años 1749 y 1750, la denuncia fue contra un grupo de mujeres de Tlaxcala -conformado por españoles, mestizas, mulatas, etc.-, debido a que enseñaban a realizar "pactos con el demonio y volar los días viernes"; en esta última acusación se hace referencia a presuntos actos de hechicería y brujería que realizaban. 

Ni los curas se salvaban de ser señalados por tener supuestos pactos con entidades demoniacas, ya que el padre Fray Miguel de la Higuera, del convento de Coyoacán, fue señalado por equivocarse en la oración del Santo Rosario, pues dijo la frase: "hágase tu voluntad en el cielo como en la tierra", lo que fue catalogado como una orden dada por el mismo demonio. 

Y hasta una muñeca 'poseída' aterró a los habitantes 

Los expedientes de la Santa Inquisición habla de un fraile, quien tenía 18 años de edad y se autodenunció en Oaxaca durante el año de 1782, quien aseguró que hizo un pacto con el demonio, mismo que le dio unos polvos para echárselos a las mujeres y éstas se 'entregarían' a él, por lo que el religioso "se postró ante el demonio, lo adoró y lo reconoció como su Dios". 

A una de las mujeres obtenidas con el uso de los polvos le pedirás que te haga una muñeca de trapo, la cual colocarás en un lugar de tu celda. Me adorarás a través de ella", fueron las palabras que el demonio, supuestamente, le dijo el clérigo. 

Al tener la muñeca poseída en su poder, el fraile selló con un pacto de sangre sus vínculos con el demonio: "hago donación de mi alma al príncipe de las tinieblas en su posesión de que me hace cumplir lo que le he pedido. Yo no reconozco a otro Dios, sino a él, aquel Mesías llamado Cristo, que lo tenían por mesías, no era verdadero", fue lo que escribió, según las crónicas de la época. 

Tanto los polvos para 'conquistar' a las mujeres, sus cartas y hasta la muñeca para comunicarse con el demonio fueron a parar como pruebas al Tribunal de la Santa Inquisición. Al final, las autoridades determinaron que el fraile mintió en cuanto a la muñeca, pero no en sus blasfemias.