Escribe "feminicidio" en México en Google y verás que los casos e historias de mujeres a las que les han arrebatado la vida ocupan cientos de pestañas. Mira sus rostros, lee sus edades, escucha a sus madres, mira las calles. El 8 de marzo (8M) miles de mujeres saldrán a gritar cansadas de ser asesinadas en México, de subir a un transporte público donde si no te acosan, te matan; de ser agredidas por quien prometió amarlas, de caminar con el intenso deseo de que te dejen volver una vez más a casa, abrazar a tu madre y dormir en tu cama.
"México feminicida" se leerá en las paredes de 32 entidades que no han podido proteger a las madres, adolescentes, niñas, abuelas, jóvenes, trabajadoras, hermanas, campesinas, amigas, activistas, luchadoras y buscadoras de una violencia sistemática que está perfectamente identificada, medida y explotada, pero sobre todo, desatendida.
Las estrategias fallaron. Se lo dijeron miles de mujeres al Instituto Nacional de Estadística y Georgrafía (Inegi) cuando les preguntaron si de los 15 años en adelante vivieron algún tipo de violencia de género. El 70.1 por ciento dijo que sí y, de hecho, violencias que incrementaron entre 2016 y 2021 pese a las constantes campañas para "defenderlas".
En el ámbito laboral, la brecha salarial se mantiene. A finales de 2022, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) destacó que este desbalance es del 14 por ciento, donde por cada 100 pesos que recibe un hombre, las mujeres reciben 86.
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En México las mujeres asesinadas se volvieron cifras. El gobierno ha olvidado sus nombres y las convirtieron en números para un informe que indica que 27 mil 133 de ellas fueron asesinadas entre 2015 y 2022, de acuerdo con el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República y al menos 28 mil están desaparecidas, según la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB).
También puedes consultar este dato con otras dependencias, pero sea cual sea la fuente de la información, el panorama es escalofriante.
La lucha que mantiene vivos sus rostros, nombres e historias viene de las familias y amistades. Ahí tienes a los papás de Debanhi Escobar buscando justicia desde 2022, viajando por toda la República para que su proceso legal y la memoria de su hija no quede en el olvido.
Ahí tienes a las decenas de madres que paran avenidas para exigir que les devuelvan a sus hijas o, cuando menos, que el gobierno detenga a su agresor, que está perfectamente identificado y ha entrado y salido de las fiscalías sin un pelo desacomodado, como en el caso de la profesora Matilde Gil.
Ahí tienes a Marisela Escobedo, una madre asesinada por protestar con "las formas correctas" que tanto se les exigen a las mujeres y que, aun así, murió con balas en el cuerpo. Ahí tienes la crisis de transfeminicidios y las historias de Fátima, Lesvy, Alondra, Ariadna, Gabriela y cualquier otro nombre que te atrevas a escribir en Google.
En medio de este panorama, la mitad de las mujeres mexicanas aún viven violencia sexual y psicológica. Pese al alumbrado público que en campaña llaman "senderos seguros", en Iztapalapa desaparecieron 113 mujeres en 2022.
Ni siquiera encerradas en pandemia hubo seguridad para las mujeres, el aumento de la violencia doméstica fue del 60 por ciento. El gobierno lo sabe, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo saben y, aún así, el 8M se llena de mujeres y víctimas de cualquier tipo de agresión.
No hay 5 razones para ir al 8M. Hay decenas de historias, experiencias y familias destruidas que viven en un limbo administrativo o afuera de Palacios de gobierno esperando para pedir ayuda a servidores públicos que no les tiembla la mano al ver a una madre pidiendo justicia.
No hay sólo 5 razones para marchar, hay un contexto lleno de violencia que OBLIGA a las mujeres a exigir justicia con todo tipo de protestas. Porque no se marcha por gusto en un México donde hay mujeres asesinadas, violadas, acosada, desaparecidas y amedrentadas.
En México hay un Día Internacional de la Mujer (8M) en el que los gritos de justicia se unen para exigir que a las mujeres les garanticen el derecho a vivir y no se olvide a las que ya no están aquí.