Rojizas, pequeñas y sí, un tanto escalofriantes, las chinches de cama a pesar de su aspecto tienen prácticamente un nulo indicio de propiciar enfermedades.
Conocidas en las últimas horas por paralizar centros universitarios, las Cimex lectularius -como se les dice científicamente- sí pueden causar que la piel reaccione por su picadura.
¿Su hábitat preferido? Colchones, alfombras, sillones, el clima templado es lo suyo, y su preferencia: el calor que expiden los humanos y algunos animales.
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Su alimentación a base de sangre nos hace su flanco favorito, y su saliva nuestro peor enemigo: es gracias a ese anestésico que pueden aparecer ronchas que causan comezón.
La reacción no sucede en todos, incluso se habla que es por esa ausencia de síntomas alérgicos lo que hace más difícil la identificación y eliminación de una potencial plaga.
Francia, España y México han sido noticia por estos milimétricos chupasangre, y causa de ansiedad, angustia, estrés e insomnio en quienes se han visto afectados.
Aún sin el riesgo de contagio, una buena limpieza y fumigación no está por demás para combatir a estos animales que han caminado nocturnamente desde hace varios siglos.