Los nombres y apellidos nos distinguen y nos permiten relacionarnos con nuestros antepasados que vivieron en épocas de las que sólo sabemos gracias a la historia, pero ¿sabías que la costumbre de tener apellidos es relativamente reciente?, ¿qué se usaba antes de ello? Te decimos.
Incluso la creación del Registro Civil en México, con lo que el Estado comenzó a registrar el nombre, nacimiento y muerte de las personas, no tiene más de dos siglos, ya que esa labor antes la hacían los sacerdotes, de acuerdo con el Archivo General de la Nación.
Fue durante la presidencia de Benito Juárez cuando se expidió la Ley Orgánica del Registro Civil el 28 de julio de 1859 en Veracruz, de esa manera se establecía el poder laico y le ayudaba a conocer el número de varones que estaban obligados al servicio militar en caso de un conflicto y se haría más eficaz el cobro de impuestos.
Pero antes de eso y del uso de los apellidos se utilizaban los patronímicos para vincularse con la familia, que eran el nombre del padre que se le ponía al del hijo (al primogénito, regularmente), de acuerdo con el libro Origen de 300 apellidos Castellanos y Vascongados (1916) de Luis de Salazar.
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De Salazar no cuenta cuándo surgieron los "padres" de los apellidos, pero en la Iliada podemos apreciar cómo Homero canta que Aquiles es hijo de Peleo y por ello se le llama Pélida, Agamenón es el Atrida, pues su padre era Atreo; y hasta al dios Zeus se le llega a nombrar como el Crónida (Crónos fue su padre y oponente).
Si tenemos en cuenta que se considera que la Iliada y la Odisea, ambas obras atribuídas a Homero, fueron creadas hacia el siglo VIII antes de Cristo (a.C.), los patronímicos tienen al menos más de 2 mil 700 años registrados.
Además del Patronímico, De Salazar cuenta que algunas personas en España eran conocidas por sus motes, una característica o cualidad de la misma, como Lain Calvo o Nuño Rasura.
¿Cuáles son las diferencias y similitudes entre los patronímicos y los apellidos?
Al sólo tomar el nombre del padre, los patronímicos no son hereditarios, aunque sí destacan una relación familiar.
Algunos de ellos se transformaron en apellidos, como Hernández -que significa hijo de Hernando- y según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es el más usual entre los mexicanos.
Además, a diferencia de estos, los patronímicos en algunos casos sólo se le ponían a los primogénitos, dejando a los demás sin esa relación familiar.
Pero los tiempos cambian incluso con los nombres, puesto que en México el apellido materno ya se puede poner antes que el paterno. Con información del AGN y Luis de Salazar