Aunque el expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, se ha visto envuelto en una serie de escándalos y acusaciones antes, durante y después de su gobierno, un oscuro pasado también persigue al expolítico desde su niñez.
Y es que cuando apenas tenía cuatro años de edad, las manos del niño que se convertiría en presidente del país 37 años después, se mancharon de sangre al presuntamente asesinar a su sirvienta, según quedó constatado en la primera plana del periódico Excélsior.
Fue en la edición del 18 de diciembre de 1951, donde se publicó en una nota de ocho columnas la noticia sobre el asesinato de una joven trabajadora del hogar de una familia reconocida en el mundo de la política.
¿Cómo ocurrió el asesinato?
“Jugando a la guerra tres niñitos ‘fusilaron’ a una sirvienta”, fue el título que encabezó la nota del homicidio, mismo que fue protagonizado por los hermanos Raúl, de cinco, y Carlos Salinas de Gortari, de cuatro, junto a su amigo Gustavo Zapata Rodríguez, de ocho años.
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Los menores se encontraban jugando a “la guerra” en el domicilio del número 425, ubicado en la calle Palenque, de la colonia Narvarte, cuando fusilaron a su “prisionera”, una joven de 12 años de origen indígena identificada como Manuela.
Le dispararon con un rifle calibre 22, propiedad del licenciado Raúl Salinas Lozano, político, secretario de Industria y Comercio en el gobierno de Adolfo López Mateos, cuyo proyectil le perforó el pómulo izquierdo y la bala se alojó en su cabeza, lo que le causó una muerte instantánea.
Al escuchar el disparo, otra sirvienta de la casa, María Torres Garrido, les preguntó qué habían hecho, a lo que los menores llenos de satisfacción respondieron: “¡Ya matamos a Manuela!”.
Las autoridades le tomaron su declaración a la señora Margarita de Gortari de Salinas, madre de Carlos y Raúl, quien señaló que a eso de las 11:00 horas tuvo la necesidad de salir a la calle a realizar algunas compras, por lo que dejó en su hogar a sus sirvientas Manuela y María, así como a sus dos hijos.
A su regreso, cerca de una hora y media después, se enteró por el vecindario que algo grave había ocurrido al interior de su hogar, al cual, las autoridades no le permitieron acceder.
Mientras que a Carlos cuando se le preguntó lo que había ocurrido, respondió: “yo la maté de un balazo, soy un héroe”, explicando después que se encontraban jugando al “fusilamiento” con su sirvienta, quien se encontraba realizando las tareas del aseo en la casa.
Por su parte, María Torres Garrido afirmó no haberse dado cuenta del accidente, pues se encontraba realizando sus labores; sin embargo, tenía la costumbre de vigilar a Manuela, al hacerlo, la encontró sin vida, señalando a los niños como responsables de su muerte.