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SALUD

Poblaciones callejeras: ¿Cómo gestionar la menstruación cuando no se tiene un hogar?

Hay mujeres y personas menstruantes de poblaciones callejeras para las que dejar de trabajar porque no pudieron comprarse productos para la gestión menstrual como toallas, implica un día menos de ingresos.

Hay organizaciones o fundaciones que trabajan con personas de poblaciones callejeras para facilitarles productos de gestión menstrual.Créditos: Arte de Daniela Mena
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Bere tiene 40 años, vive en una de las miles de calles que forman la Ciudad de México, y cuando tiene su menstruación puede destinar casi la mitad de sus ingresos en comprar un paquete de toallas sanitarias.

Tiene 2 hijas que dependen económicamente de ella, por lo que a veces, dijo, prefiere destinar ese dinero en comprarles comida o medicinas.

Esto la llevó a que a lo largo de los años encontró otras alternativas para “reemplazar” productos de gestión menstrual, esto a pesar de que sabe que puede ser susceptible de una infección.

Tampoco puede darse el “lujo” de dejar de trabajar por cólicos o porque se manchó la ropa por no tener una toalla u otro producto a la mano. “La pena de mancharme no le va a quitar el hambre a mis hijas”, aseguró a Grupo Fórmula.

Bere y sus hijas son parte de las 6 mil 754 personas que integran las poblaciones callejeras de la Ciudad de México.

También son parte de más de la mitad de la población en México que en alguna etapa de su vida tiene, tendrá o tuvo su menstruación.

A pesar de ser una cifra tan grande, más de 50 millones de personas en México, el país no cuenta aún con una legislación que brinde la gratuidad de productos de gestión menstrual, especialmente para las poblaciones callejeras.

Por lo que además del riesgo de salud por falta de cuidados e higiene menstrual, esto también representa un impacto económico para familias que viven en espacios públicos.

En la Ciudad de México hay más de 6 mil personas que integran las poblaciones callejeras de la capital. Foto: Karime López

La menstruación en las poblaciones callejeras de CDMX

Bere dejó su hogar a los 14, eso fue hace más de dos décadas. Acusó que sufrió maltrato de su familia adoptiva en Acapulco, Guerrero. "Mi familia adoptiva me hacían menos que hermanos, me pegaban", recordó.

En ese entonces no había tenido su menstruación, o al menos, no se dio cuenta; dijo que fue víctima de una violación, quedó embarazada y después de tener al bebé notó que inició su periodo.

Dos veces ha intentado rentar cuartos para vivir en la Ciudad de México, pero por problemas con inquilinos o dueños, dejó de habitarlos; así que regresó a vivir en la calle. Hoy ocupa un espacio público junto con 12 personas en la alcaldía Cuauhtémoc.

Tienen una lona y algunos sillones para dormir, difícilmente acceden a una regadera o baño. En ocasiones estacionamientos públicos les regalan un bote de agua, mismo que destinan a la higiene personal.

Bere contó que cuando tiene su periodo, a veces compra un paquete de toallas sanitarias por 45 pesos aproximadamente, y en ocasiones las cambia sólo 1 o 2 veces al día cuando la recomendación es que esto se haga cada 4 horas.

Cuando no puede compararlas, consigue un rollo de papel de baño, o usa telas o trapos que busca que estén limpios y los usa a manera de toallas. También ha utilizado pañales que le venden entre 1 peso y 1.50 la pieza.

En tanto que las comidas para ella y sus hijas las consigue en 5 pesos en albergues o comedores comunitarios; pero una cena preparada, porque no tiene cocina, le cuesta hasta 120 pesos para las 3.

Esto es prácticamente un día de ingresos para ella, quien limpia parabrisas de autos y gana entre 100 o 150 pesos por día.

No es un ingreso fijo, así que a pesar de los cólicos o dolores que tiene porque no ha podido atenderse correctamente una enfermedad de transmisión sexual, sigue trabajando; a veces, contó, se le mueve el trapo o papel y se mancha la ropa.

En algunas y contadas ocasiones, cuando se siente muy mal, no trabaja, pero eso significa controlar el dinero aún más y comer una vez al día. Tiene amigos que le ayudan a darle dinero para que sus hijas coman, pero no siempre tiene esta garantía.

"Es muy difícil llevar una menstruación en la calle por la suciedad, no hay donde bañarse, a veces no hay para toallas, usas otro método como papel o trapo y te provocas una infección, luego no te das cuenta", contó.

De acuerdo con un diagnóstico sobre gestión menstrual en las poblaciones callejeras del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) en CDMX y la organización El Caracol, 4 de cada 10 personas menstruantes que habitan en espacios públicos dijeron que trabajar es una de las actividades cotidianas que se les dificulta mientras tienen su periodo.

Bere se identificó con ello, pero sabe que el impacto económico de frenar sus actividades porque no siempre tiene productos de gestión menstrual, afecta a ella y su familia. Por ello encuentra alternativas para seguir durante su ciclo.

El reto de llevar productos de gestión menstrual a las poblaciones callejeras

En México se han logrado avances en la materia de gestión menstrual: a partir de este año se inició con la llamada Tasa Cero para eliminar el IVA de 16 por ciento a toallas, tampones y copas.

En 2021 también se aprobó en la Cámara de Diputados un dictamen que reforma la Ley General de Educación para que, entre otras cosas, se facilite el acceso a estos productos en escuelas públicas de nivel básico y medio superior. Falta su revisión en el Senado.

Este tipo de acciones han sido impulsadas por grupos de la sociedad civil, destaca la participación de la colectiva Menstruación Digna México, que además difunde los avances en la materia.

Sin embargo, aún hay distintos puntos sobre los que se deben trabajar; por ejemplo, el diseño de políticas públicas que se enfoquen en las poblaciones callejeras o lo que implica la menstruación en espacios públicos, explicó Alexia Moreno, coordinadora ejecutiva de El Caracol.

Señaló que si bien hay propuestas para dar estos productos o información del tema en espacios como escuelas o centros de salud, hay mujeres o personas menstruantes que no se acercan a estos sitios por distintos motivos: desconfianza, tienen que ir a trabajar, sufrieron eventos previos de discriminación o no tienen papeles.

Sugirió entre estas alternativas, generar un programa que llegue a estas poblaciones directamente en la calle, además de la necesidad de buscar espacios para la higiene personal.

“Lo que tenemos que garantizar es que cuenten con espacios dignos para asearse, cambiarse y cuenten con acceso a productos gratuitos y cuidar el impacto a su economía”, señaló Alexia.

Desde El Caracol han atendido la higiene menstrual de distintas formas, ello incluye repartir kits con productos de gestión menstrual a las poblaciones callejeras, suelen incluir toallas sanitarias desechables pues por las condiciones en las que viven es difícil que puedan por ejemplo, limpiar y esterilizar una copa menstrual.

Grupo Fórmula acompañó a El Caracol en uno de estos recorridos; en esa ocasión fueron con la Fundación Femmex, que trabaja a favor de los derechos de niñas y mujeres en situaciones de vulnerabilidad.

Ese día entregaron en la capital bolsas con productos de higiene, incluyendo toallas sanitarias. Vanessa Gómez, vocera de esta fundación, explicó que hay personas que les han dicho que a veces es más fácil que junten para “un taco” que para comprar lo de 1 o más paquetes de toallas.

“Hay mujeres que pasan sus periodos menstruales con nada”, señaló.

Sobre el impacto que tiene esto, dijo Gómez, es variable. Pues mientras hay personas que en sus posibilidades frenan sus actividades o que incluso por una condición psicológica muestran no toman en cuenta su ciclo, hay casos en que influye directamente en la economía, como con trabajadoras sexuales que llega a traducirse en días que no pueden trabajar.

Entrega de kits de higiene con productos de gestión menstrual. Foto: Fundación Femmex

Bere ha encontrado alternativas para la gestión de su ciclo menstrual mientras distribuye el dinero para ello y necesidades de su familia. Sabe que eventualmente sus hijas tendrán su periodo, y tendrán que gestionar los recursos.

Mientras esto ocurre, explicó que habla con ellas sobre la menstruación, como qué es y qué ocurre en el cuerpo; además confió en que cuando ese momento llegue, sus hijas tengan mejores oportunidades para comprar productos de gestión menstrual. “Les digo: vayan aprendiendo, no deben tener miedo, yo uso papel porque hay veces que no tengo dinero, pero a lo mejor su vida será mejor que la mía y tendrán para comprarse algo”, comentó.