Aunque en la actualidad Puebla se caracteriza por sus volcanes, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, en alguna ocasión llegó a sobresalir de las demás entidades por tener cálidas playas en su territorio.
Sí, aunque te suene un poco increíble, durante el siglo XVIII, el estado poblano tenía playas en ambas costas, y es que la distribución del suelo nacional, le permitía tener dos salidas al mar.
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Esta distribución ocurrió en 1787 haciendo que la antigua “intendencia” de Puebla extendiera sus dominios desde el Golfo de México hasta el Océano Pacífico.
Tras la llegada de los españoles a América, el 4 de diciembre de 1783, y bajo el reinado de Carlos III, José de Gálvez visitó la Nueva España, quien fue el responsable de implementar el sistema administrativo de las “intendencias”, el cual, se aplicaba en España desde 1718.
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De esta forma ocurrió la primera división territorial jurisdiccional de la Nueva España conformada por 12 intendencias, una de ellas era Puebla de los Ángeles.
Su territorio estaba ocupado por el ducado de Atlixco la alcaldía mayor de Puebla, Zacatlán de las Manzanas, San Juan de Los Llanos, Tetela, Santiago, Tecali, Tepexi de la Seda, Chiautla de la Sal, Acatlán, Tehuacán de las Granadas, Cholula, Teziutlán, Guayacocotla, Tlaxcala y Cuautla-Amilpas.
Sin embargo, en 1793 por cédula real, Tlaxcala se separó de la intendencia de Puebla, siendo ésta la primera entidad que comenzó a apartarse.
Posteriormente, Cuautla-Amilpas pasó a formar parte de la intendencia de México, en 1792; en tanto que Tlapa e Iguala se integraron a Guerrero, a partir de 1849.
Finalmente, en 1853, Tuxpan se integró oficialmente al estado de Veracruz.
Es así como el estado de Puebla fue recortado y le fueron retiradas sus playas del Golfo de México y del Océano Pacífico, para quedar aprisionado en el centro del territorio nacional, tal como actualmente lo conocemos.