Las máscaras faciales o cubrebocas son capaces de filtrar partículas del tamaño de un virus -como es el caso del SARS-CoV-2 causante del COVID-19- en entornos de laboratorio, sin embargo poco se ha estudiado su eficacia en lugares públicos cerrados.
Por esto, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos se dieron a la tarea de analizar la eficiencia de diversos tipos de cubrebocas.
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De acuerdo con el estudio de los CDC, de febrero a diciembre de 2021, el uso de cubrebocas en lugares públicos cerrados se asoció con menores probabilidades de contraer la infección por SARS-CoV-2, y la protección fue más alta entre quienes lo usaron todo el tiempo.
Aunque el uso constante de cualquier cubrebocas en el interior fue protector, las probabilidades ajustadas de infección fueron más bajas entre las personas que informaron que normalmente usaban un respirador N95/KN95, seguidas de una mascarilla quirúrgica.
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"Estos datos de entornos del mundo real refuerzan la importancia de usar constantemente máscaras faciales o respiradores para reducir el riesgo de contraer la infección por SARS-CoV-2 entre el público en general en entornos comunitarios cerrados", señalaron los CDC.
Estos hallazgos se suman a la evidencia, encontrada por los CDC en otro estudio, acerca de que las personas contagiadas con COVID y que usan cubrebocas tienen menos probabilidades de infectar a más personas.
No obstante, este estudio sobre la protección del uso de cubrebocas tuvo limitaciones, pues no se tomaron en cuenta otros comportamientos preventivos que podrían influir en el riesgo de contraer la infección de COVID, incluido el cumplimiento de las recomendaciones de distanciamiento físico.