La inseguridad, la falta de acceso a espacios libres de violencia y revictimización son tan sólo algunos de los problemas que acompañan y ‘sacuden’ a las mujeres migrantes y personas gestantes en situación de movilidad que ejercen la maternidad, y que a través de la ternura radical -un término que se refiere a ser crítica y amorosa al mismo tiempo- se pueden erradicar.
En un llamado para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Las Vanders destacan para Grupo Fórmula la importancia de hablar sobre la lucha del feminismo para combatir los daños del sistema patriarcal que -directa o indirectamente- también afectan a más de 593 mil mujeres nacidas en otro país que residen en México.
"(Pedimos) que nos unamos con alegría y con ternura radical para erradicar las violencias. No nada más es hablar de ellas, sino hablar sobre la lucha y acerca de cómo podemos pelear desde el feminismo en contra de un sistema que nos oprime", menciona Laura Nieto Sanabri, coordinadora de la organización feminista que defiende los derechos humanos de las mujeres migrantes y comunidad LGBTTTIQ+ en situación de movilidad a partir del acompañamiento integral.
La activista agrega que la gestación en medio de la movilidad resulta ser compleja. Es común que en la Ciudad de México encontremos en refugios, por lo menos, una mujer en situación de movilidad que está embarazada. En ciertos casos esto responde a la violencia sexual a la que las mujeres migrantes y personas gestantes en condición de movilidad se ven expuestas en sus trayectos; sin embargo, también es necesario mencionar que durante su camino también forman vínculos.
Te podría interesar
"Al final, la movilidad termina siendo un proceso que muchas veces suele ser o se suele sentir como un proceso solitario, y en esos procesos que se sienten solitarios se busca mayor calidez humana para la ternura entre las personas que también van migrando. Considero que también eso es una de las causas de estos embarazos en la movilidad", apunta Nieto Sanabri.
Sobrevivir juntas: Madres y personas gestantes como defensoras derechos humanos
La coordinadora de Las Vanders destaca la relevancia de reconocer a las mujeres migrantes y personas gestantes en condición de movilidad como defensoras de derechos humanos.
"Están defendiendo las vidas de sus hijas y no nada más de sus hijes biológicos, sino también de su sobrinos, de sus nietos. Hay muchos casos de abuelas que salen con sus nietos para protegerles de todas las violencias que se pueden vivir en sus países", puntualiza.
En este contexto indica que durante los acompañamientos que han dado, la mayoría de las mujeres migrantes viajan con sus hijos, pero sobre todo hijas debido a que huyen de violencias que amenazan su vida.
Añade que el matrimonio forzado, inducirlas al crimen organizado, la trata de personas o el trabajo sexual forman parte de las razones por las que las mujeres viajan con vínculos en torno a la maternidad, de tal forma que pasan a resguardar y salvaguardar la vida de quienes protegen: sus hijos e hijas.
Aunado a esto, otro 'bloque' en la ruta hacia mejores condiciones de vida tiene que ver con la exigencia de documentos de identificación, como la Clave Única de Registro de Población (CURP) o el comprobante de domicilio, mismos que influyen en la vulneración al acceso a servicios de salud integral, que es un derecho reconocido en la Constitución Política de México y en la Ley de Migración de 2011.
"Cuando se ven forzadas a dejar sus hogares muchas veces pierden cualquier documento de identificación y ese es uno de los principales requisitos para acceder al servicio de salud en México. Evidentemente también pierden cualquier registro que pudieran haber llevado sobre el embarazo", señala Pamela Castillo, coordinadora de Acompañamiento en México de Las Vanders, a Grupo Fórmula.
Por ejemplo, el trabajo Migración y Salud, del Consejo Nacional de Población (Conapo), revela que en la frontera sur de México las mujeres migrantes tienen un acceso selectivo y restringido al derecho a la salud y que responde al estatus migratorio.
El contraste mayor se observa entre las mujeres que ya están naturalizadas más las que tienen residencia con estatus regular en comparación con el resto, básicamente sin documento migratorio.
Asimismo, la maternidad para las mujeres migrantes y personas gestantes en situación de movilidad se vuelve un calvario ante los costos que tiene el parir en el hospital general, mismo que en algunos casos no pueden sufragar, además de que otros requisitos son incumplidos: contar con una acompañante y donar una unidad de sangre.
Mientras tanto, en números, el informe Necesidades y atención en salud sexual y reproductiva de mujeres migrantes en México, del Colegio de la Frontera Norte (Colef), encontró que:
- 96% de mujeres no embarazadas encuestadas descartaron buscar embarazarse durante su trayecto.
- Sólo 37.3% estaba usando un método anticonceptivo.
- 100% de las mujeres embarazadas consideró tener preocupación por el dinero.
- 60% de las mujeres embarazadas reportó haber sufrido en mayor proporción violencia física.
Es así que Castillo ve como un reto el acceso a los servicios médicos y pide a los actores del Estado subsanar el tema de la identidad y reconocer que son poblaciones con necesidades específicas y también con dificultades específicas.
En cuanto a la maternidad migrante, la activista refiere que, en su mayoría, está población representa a personas cuidadoras de sus propios núcleos afectivos en muchas ocasiones también son quienes procuran los recursos necesarios. Por ende, protegerles desde el Estado también significa cuidar a cuatro o cinco personas.
Las Vanders coinciden en una cosa: todas las mujeres migrantes y personas con capacidad de gestar tienen derecho a ejercer esa maternidad y tienen derecho a hacerlo de una manera libre, saludable y segura.
Esta información forma parte de la investigación especial Sobrevivir juntas a la violencia contra las mujeres realizado en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (#25N).