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SOBREVIVIR JUNTAS

El calvario de las mujeres para hallar justicia en casos de abuso sexual y violación

Denunciar casos de violación y abuso sexual no es garantía de obtener justicia, e incluso es uno de los delitos con mayor impunidad en el país. Sin embargo, víctimas y sobrevivientes pueden encontrar otras formas de justicia.

Denunciar una violación o un caso de abuso sexual en México es muy complicado y la impunidad, muy alta.Créditos: Con fotografía de Cuartoscuro / Graciela López
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Cuando O tenía 2 años, sufrió abuso sexual. De aquella vez no recuerda prácticamente nada, pero su mamá lo tiene muy claro. En su relato, recuerda frases repetidas constantemente: “Me tocaba mi colita”, afirma I, mamá de O.

Han pasado casi 13 años desde la primera vez que esto ocurrió, pero no fue la única. O recuerda que los abusos se repitieron a lo largo de su infancia. Lo que más lamenta es que su abusador fue su padre. 

Algo parecido le ocurrió a N, quien sufrió una violación de la cual recuerda poco porque el día que esto ocurrió, había bebido de más. La memoria se convirtió en un obstáculo para denunciar pero también en un mecanismo de defensa. 

Y aunque la violación y el abuso sexual son dos delitos con altas tasas de falta de denuncia en México, no son los de mayor cifra negra. Según el Inegi, en 2021, la proporción de casos no denunciados fue de 88.8 por ciento, es decir, apenas en 1 de cada 9 delitos se presentó una denuncia formal ante las autoridades. El promedio de falta de denuncia para todos los delitos es de 93.2 por ciento.

De ahí en adelante la tasa de impunidad también es muy elevada, ello por varios factores como la desconfianza en el Poder Judicial, el cual apenas 1 de cada 8 mexicanos considera que es muy efectivo, según el Inegi, y la lentitud de los procesos, que apenas puede darse abasto con la cantidad de casos por atender.

Pero sobre todo, por lo difícil que es seguir el proceso. Según un análisis de México Evalúa, en promedio en el país, el 96.4 por ciento de los casos denunciados de violación en 2021 se quedaron impunes, es decir, que apenas 3 de cada 100 denuncias que siguieron el proceso alcanzaron la justicia por esa vía.

Para Laura Martínez Rodríguez, directora de la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C (Adivac), el hecho de que las víctimas tengan que recordar y revivir lo sucedido es uno de los principales problemas para presentar la denuncia.

“Hay una revictimización en el acceso a la justicia. La forma en que les preguntan, que tienen que pasar con los médicos legistas. Les preguntan puntualmente qué es lo que sucedió. Las personas tienen que narrar textual lo que les pasó, cómo les pasó, lo que les hicieron, cómo las pusieron”, comentó en entrevista con Grupo Fórmula Digital.

Delitos sexuales abruman a las mujeres 

Aunque en México las mujeres tienden a ser víctimas de delitos casi la misma proporción que los hombres, en el caso de los delitos sexuales la relación alcanza un valor muy alto para ellas, de hasta 10 víctimas mujeres por cada caso ocurrido en un hombre.

Laura Martínez calculó que en Adivac se atienden a la semana a unas 400 personas, de las cuales más o menos la mitad son adultas y la otra mitad son niñas, niños y adolescentes; de las personas adultas que acuden a la organización, estimó que más del 90 por ciento mujeres.

Y aunque en la organización se les ofrece acompañamiento psicológico y legal, son muy pocas las que realmente denuncian o continúan con el proceso, que puede durar alrededor año y medio en el mejor de los casos. Laura apenas recuerda un par de casos que hayan llevado el caso a los jugados; y uno de ellos se encuentra detenido porque el agresor es hijo de un diputado, lamenta. 

A ello se suma la revictimización del personal judicial, que muchas veces formula preguntas inadecuadas o hasta violentas en contra de las sobrevivientes que desean denunciar, o bien, que las realiza de forma insensible.

“Me recuerdo de un caso que vi, estuve presente y el abogado defensor en este caso le preguntó a la mujer que si estaba oscuro el lugar, la violentó en un en un medio de transporte, y ella le dijo ‘sí’, pues era en la noche. ‘Ok, usted en su declaración dice que vio el pene. ¿Cuánto medía el pene?'. Ese tipo de preguntas son las que les hacen a las mujeres”, acusó.

Esto ocurre a pesar de que se supone que el personal del ministerio público de las fiscalías cuenta con capacitaciones y cursos en materia de género. La Fiscalía General de Justicia de la CDMX, por ejemplo, destinó en 2020 casi 3 millones de pesos a un curso de función policial en materia de género para 1 mil 300 funcionarios públicos, con una duración de 40 horas.

Del mismo modo, otras fiscalías también ofrecen capacitaciones de este tipo con duración de apenas un par de horas como la de Veracruz, mientras que otras como el Estado de México y Jalisco no reportan información de este tipo de capacitación. Mientras que en Nuevo León la capacitación para atender a víctimas de violencia de género se quedó sólo en la Secretaría de las Mujeres.

Mientras que en los poderes judiciales, la situación es similar. A funcionarias y funcionarios de los Poderes Judiciales se les han impartido cursos en las distintas entidades con apenas unas horas de duración.

"Aquí hay un problema, les pueden dar los mil cursos de capacitación de perspectiva de género, pero si no hay voluntad y por sus creencias propias, que todos juzgador habla desde su moral, es bien difícil aplicarla, bien difícil porque hay una renuencia de los actores judiciales o de impartición de justicia para aplicarla", reprochó Vianney Martín del Campo, abogada de la asociación Lentes Púrpura, que acompaña a mujeres víctimas de violencia de género.

Desde su perspectiva, aunque hay jueces que sí tienen la voluntad para aplicar esta perspectiva, es una cuestión más subjetiva que algo sistemático en todo el Poder Judicial. Y aunque se ha encontrado con agentes del ministerio público que sí trabajan con esa visión y jueces que la entienden y la aplican, la generalidad es todo lo contrario.  

"Al final el machismo también está en el sistema de justicia. Hay jueces e incluso juezas que la rechazan. No tanto es un tema de capacitación, sino de sensibilización que es muy distinto de querer querer entender la situación", sostuvo.

El costo de denunciar violación y abuso sexual

Para denunciar el abuso que vivió O, su mamá tardó varios meses en presentarlas, primero por lo sorpresivo de la situación, pero después por al dificultad de reunir pruebas de ello. I recuerda que el médico pediatra de O fue el primero en señalarle que la niña tenía lesiones asociadas con un abuso sexual, mismas que las autoridades desestimaron en primera instancia cuando fue a denunciar.

"Lo toman como una simple un descuido higiénico, ¿no? Que la niña no tiene nada, que nada más es su mala higiene", recuerda O. 

Años después, cuando quiso retomar la denuncia, I pidió al pediatra de O que le había señalado las lesiones relacionadas con el delito que acompañara el proceso y rindiera su declaración para validar el abuso sexual. Sin embargo, el médico, consciente de lo complicado del proceso, desistió de hacerlo.

"Cunado pedí que llamara a la psicóloga, al psiquiatra, al pediatra, se desdijeron. El pediatra que me dijo 'aquí está la dirección, vaya al Búnker', dijo que nunca había hecho. Que lo que él me había dicho a mí, nunca lo dijo. ¿Por qué? Porque desafortunadamente, y esto ya lo voy comprendiendo.

"Me dijo 'señora, disculpe; yo tengo una familia, yo tengo también mis problemas. Y si yo me meto en un problema de estos, pierdo mi cédula profesional. Y si la pierdo, ¿con qué mantengo a mi familia?. 'Porque si yo confirmo lo que yo le dije a usted, me piden evidencia. Y si yo hubiera fotografiado a la niña en ese momento y digo aquí está, me pueden acusar, porque yo no estoy autorizado para tomar fotografías'", recuerda que le dijo el pediatra.

"Entonces vas viendo que te pueden involucrar en otros delitos por querer ayudar. Por eso los médicos y los especialistas no se meten y no certifican y no dicen nada. Entonces ¿cómo consigues una prueba para acreditar el hecho?", lamentó I. 

Parte de las razones por las que las personas, y especialmente las mujeres no acuden a denunciar es porque piensan que no les van a creer o porque parece que hacerlo es una pérdida de tiempo. Y esta revictimización se traduce no sólo en un tema de horas, sino también de recursos.

Denunciar les requiere a las víctimas mucho tiempo para acudir a los juzgados, además de los recursos que se requieren para pagar una abogada o abogado, pues si bien pueden tener acceso a un defensor público, la carga de trabajo que estos tienen muchas veces les impide atenderles de forma adecuada.

El abogado Enrique Estrada de Consultoría y Estrategia Jurídica Integral (CEJI) comentó a Grupo Fórmula que para ellos, la labor de dar seguimiento a un caso les implica acudir constantemente a los juzgados para presionar y dar seguimiento, labor que difícilmente pueden realizar los defensores públicos, por lo que la justicia se convierte en un tema de recursos.

Aunado a ello, Tania Naasoul, directora de la organización Lentes Púrpura, acotó que en la tarea de acompañamiento que hacen a víctimas de abuso sexual o violación, muchas veces estas desisten por el costo que les representa pagar su defensa, sumado a las pérdidas económicas que les representa acudir a las citas en los juzgados.

"Lo que termina pasando es que muchas de ellas lo dejan, ya sea porque se vuelve insostenible tener que faltar a sus trabajos para hacer la denuncia, o se vuelve insostenible tener que pagar las cantidades de dinero que se tiene que pagar. Porque aun nosotras que somos verdaderamente económicas y que tratamos de conseguir donativos y de subsidiar una parte, no es algo económicamente que podamos hacer para apoyarlas. Sigue siendo muy complicado", explicó.

A ello se suma el desgaste emocional de las personas, que como mencionaba Laura Martínez, luego de pasar por una situación de abuso sexual o violación, requieren de atención psicológica y acompañamiento emocional. 

En ese sentido, Lentes Púrpura ofrece dicho acompañamiento, mismo que se vuelve un requisito antes de brindar la asesoría legal, aunque al final no es una garantía de que quien denuncia quiera seguir con el proceso. 

“Se llevan en en procesos de un año, y ya es como 'ya no puedo más, o sea, me estoy acabando y pues como que ni siquiera sé qué va a pasar y entonces ya no quiero seguir'”, contó Naasoul. 

A ello se suma el riesgo de que la denuncia se convierta en una amenaza para la denunciante cuando el agresor se entere del proceso. La mamá de O contó que al saber que se ponían nuevas denuncias en su contra por la agresión a su hija, su padre respondía con denuncias contra I, al tiempo que las intimidaba, persiguiéndolas.

"Para no caer en esos arrestos, llegué a un convenio con el señor" contó I. 

"Porque resulta que el señor acosó mucho a las niñas en la escuela, a todos lados las seguía, las perseguía. Ella (O) le decía que no quería verlo en el centro de convivencia, se lo manifestaba, que no quería verlo, que no quería que fuera su escuela, que la dejara en paz, y el señor ahí estaba, firma de boletas, eventos escolares, iba a la salida, a la entrada, él iba porque él quería verlas", recordó la mamá de O.

En esas situaciones, Tania Naasoul acotó que si bien con la denuncia se pretende buscar justicia, también ocurre que se vuelve una amenaza para las denunciantes.

"Cuando se enteran que los estás demandando, también tu vida está en peligro, ahora más. Es muy complicada esa parte", dijo.

Sobrevivir juntas y acompañadas

Por ello, para Tania Naasoul, uno de los factores fundamentales para seguir adelante después de casos de violación o abuso sexual es el acompañamiento a las víctimas y sobrevivientes.

Ya sea con denuncia o no, el entorno de las mujeres sobrevivientes a este tipo de agresiones requiere de una forma especial de atención que lamentablemente muchas personas no estamos capacitadas para ofrecer, porque la mayoría de las veces sentimos que estar con una víctima de violencia contra las mujeres es algo que no nos va a pasar. 

La directora de Lentes Púrpura detalló que si bien se suele pensar en redes de apoyo como el círculo íntimo de la persona, como familiares y amistades, estas tienen un alcance mucho más social.

"Las redes de apoyo pueden verse de distintas maneras. Una red de apoyo puede verse como tu tía que te preste un departamento o que te presto su cuarto de lo que sea para dormirte y salir de esa casa hasta la persona que te que estuvo en tu trabajo y te vio un moretón en la cara y llegaste tarde y te dijo no te voy a correr, ¿no?, como que no pasa nada", comentó. 

Falta prevención

A la par de las labores para ofrecer apoyo a las víctimas de abuso sexual o violación, también se requiere de un trabajo preventivo que permita evitar que se llegue a estas situaciones. Pero no se trata de un trabajo sólo enfocado en los agresores, ni tampoco en los hombres, sino que se requiere de un trabajo en toda la sociedad.

Para la directora de Adivac, esto requiere además de un trabajo colectivo y de comunión entre mujeres y hombres para tratar de construir un nuevo entorno que atienda no sólo la educación formal, sino que también alcance los contenidos de los medios masivos de comunicación y todas las instituciones.

Y sobre todo, a diferencia de otros modelos, busca que se enfoque en la normalización de las actitudes violentas y evitar que se reproduzcan estas como parte de la sociedad, para así evitar que haya más agresores.   

"La prevención tiene que llegar a todas las estructuras sociales, no la podemos hacer en chiquito y nada más dirigida a un sector; la tienen que retomar todas las estructuras sociales, la escuela, todas las instituciones, los medios de comunicación. No se trata de una lucha entre hombres y mujeres, es unirnos juntarnos, trabajar juntos y juntas, caminando juntos y contra todas las  violencias que nos afectan a todos, no nada más a las mujeres", resaltó.

Otras opciones para alcanzar la justicia en casos de violación y abuso sexual

Para las sobrevivientes de casos de abuso sexual y violación, la cárcel no es la única forma de obtener justicia. Ante la falta de resultados al presentar una denuncia, muchas veces lo que necesitan las personas que vivieron una agresión sexual buscan primero sentirse tranquilas, seguras, a salvo.

Ello también porque en la mayoría de los casos de violencia sexual, los agresores son personas muy cercanas a la sobreviviente, como un familiar o su pareja, por lo que resulta conveniente buscar otras vías para llevar y resolver los procesos penales, apoyados en la justicia restaurativa. Así como también se requiere de resignificar los espacios íntimos de la persona. 

“La justicia restaurativa es que se pueda encontrar la sanación. Puede ser por medio de la cárcel y de la denuncia; pero también por medio de otros lados, hemos tenido casos en donde por ejemplo, sí se pudo tener (justicia restaurativa), pero porque ambas personas quisieron, sí se puede tener la reunión (con el agresor)", comentó Tania Naasoul.

Desde su óptica, la prisión y un sistema punitivo no es la única vía para la justicia, muchas veces porque no se contemplan otras medidas que ofrezcan garantías de no repetición de los hechos de violencia.

“Pero antes de tener la reunión se hizo una preparación con ambas partes. Cuando se llegó, sí se logró esta reunión, pues no hubo más que al final pues resultados positivos en el sentido de ‘para mí lo importante es que vayas a terapia’, ‘para mí lo importante es que vayas y tomes cursos de masculinidad y yo quiero ver en donde los tomas’. A veces eso es mucho más restaurador y mucho más positivo y garantiza verdaderamente la no repetición, mucho más que mandar a una persona a la cárcel”, comentó Naasoul.

En la organización, realizan círculos de resiliencia donde las víctimas y las sobrevivientes de violencia sexual comparten sus experiencias y les ayudan a sanar tanto o más que continuar con el proceso judicial.

“Nosotras tenemos un enfoque que trata de ser no punitivo. Decir ‘sí te vamos a acompañar en tu denuncia si lo quieres, pero puedes saber que no es la única opción, no es la única manera de lograr justicia  o el camino a la sanación", sostuvo la directora de Lentes Púrpura. 

En dichos círculos, participa también una psicóloga que emplea un método en que participan muchas sobrevivientes de violencia sexual en conjunto, similar a una terapia grupal. En ellos además se busca acompañar a quien quiere denunciar y se le ofrece apoyo en caso de que sienta miedo de hacerlo.

“Hemos podido conectar con muchas mujeres de esta forma también entendiendo justamente que el sistema (de justicia) está podrido y el sistema no sirve. En nuestra experiencia, sí es diferente la parte de violencia sexual que la parte de violencia casi sexual, casi feminicida”, comentó. 

Para O, luego de 13 años del proceso tras el abuso sexual de su padre, la justicia no está en que él estuviera en la cárcel, sino que hubiera un reconocimiento de lo que ella quiere: alejarse de él para siempre.

"Para mí, la justicia es que no fuera desigual, sería que llegáramos a un acuerdo. Pero en este caso, tomando en cuenta todo el ambiente que ha generado todo este proceso legal, todos estos 13 años de angustias, de injusticias, yo sí diría que la justicia para mí sería que el señor se diera cuenta y aceptara que yo no lo quiero a él", reprochó.

En su experiencia durante todo el proceso, en lugar de escucharla a ella, sus necesidades y sus deseos, las y los jueces siempre atendieron a los deseos de su padre y la visión de que lo mejor para ella era tener una familia nuclear, a lado de su mamá, su hermana y también su papá. Pero ella no desea eso.

Y aunque siempre manifestó que no quería estar con él, en la escuela, los centros de convivencia y hasta con una de las psicólogas que la atendió se encontró con mensajes que le insistían en que por los regalos y las atenciones que su papá le brindaba, él la quería mucho.

"En la primaria me molestaban mucho, que por qué no lo apreciaba. Eso me afectó mucho emocionalmente. Lamentablemente se dejan guiar por la apariencia, en este caso, del causante de todo", contó la joven.

Por ello, clamó que desde su perspectiva, la justicia requiere escuchar sus reclamos. Y aunque confió en que el sistema de justicia puede cambiar, en especial para casos de víctimas de abuso sexual y violación, tiene claro que a las víctimas, especialmente a las niñas, niños y adolescentes, no se les escucha.

"No soy la única que está pasando por todo esto y es muy difícil tener que afrontar esta situación para nosotros los menores de edad. Sí es frustrante, es desesperante pero siento que hoy en día tenemos la esperanza de que pueda cambiar. No podemos quedarnos callados, hay que intentar luchar, buscar la forma de seguir adelante. Que se hiciera justicia y se tomara en cuenta nuestra palabra.

"Y la gente que está viviendo procesos legales, no es fácil, pero no todo es eterno. Tampoco me puedo echar de espaldas, tirar para llorar toda la vida. Tengo sueños ambiciones y quiero lograrlos cueste lo que cueste, esta parte de mi vida ha sido toda una experiencia y pues sé que bien o mal me va a ayudar a lograr todos mis sueños y metas", sentenció O, joven sobreviviente de abuso sexual.

Con información de Itzel García
Esta información forma parte de la investigación especial Sobrevivir juntas a la violencia contra las mujeres realizado en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (#25N).