Primero fue Francia. Ahora es el turno de Israel. Una propuesta de reforma judicial para centrar más el poder en el primer ministro, Benajmín Netanyahu, que buscaba blindar las decisiones de gobierno de la Suprema Corte y le da el control de la selección de jueces al poder Ejecutivo.
La iniciativa presentada a principios de año por el ministro de Justicia, Yariv Levin, desató las primeras protestas el 7 de enero de este año, con miles de asistentes en Tel Aviv. Desde entonces, se replican las manifestaciones cada sábado.
Para la siguiente semana, el 14 de enero, la manifestación sumó 70 mil personas, lo que representó la mayor protesta en años en Israel. La tendencia creciente de las movilizaciones siguió y una semana más tarde, no sólo los asistentes alcanzaron las 120 mil personas, sino que las protestas tuvieron réplicas en pequeñas ciudades del país.
Presidente de Israel intenta mediar
Para el 23 de enero, el presidente de Israel, Isaac Herzog, intentó mediar el conflicto entre gobierno, oposición y poder Judicial, sin mucho éxito.
Te podría interesar
La propuesta de reforma judicial no sólo desató descontento entre la ciudadanía en general y alcanzó a los empresarios. Economistas y académicos difundieron una "carta de emergencia" en la que advirtieron que la reforma tendría fuertes implicaciones para la economía.
Ello se reflejó con la salida de dos fondos de riesgo y una startup global del país, retirando inversiones por la desconfianza que suscitó la reforma.
Segundo mes de protestas en Israel
Durante febrero, las protestas se mantuvieron pero ahora no sólo los sábados. El lunes 13 de febrero, decenas de israelís se concentraron frente al Parlamento en Jerusalén cuando comenzó la votación de la reforma judicial de Benjamín Netanyahu.
Una semana después, el 21 de febrero, el Parlamento aprobó en primera instancia dos proyectos de ley incluidos en la reforma, sobre la elección de los jueces y el que blinda leyes ante su posible revisión judicial. Lo que desató una nueva movilización masiva.
El 25 de febrero, más de 130 mil israelíes salieron a las calles por todo el país en la octava semana de protestas contra la reforma judicial.
Convocan a 'día de parálisis'
El 9 de marzo, los manifestantes convocaron a un "día de parálisis", en el que bloquearon carreteras e incluso el tráfico marítimo en el puerto de Haifa, el mayor del país. También cortaron el acceso principal al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv para evitar que Netanyahu volara a Roma, por lo que el primer ministro tuvo que desplazarse hasta la terminal aérea en helicóptero.
En ese contexto, el secretario de Defensa de EU, Lloyd Austin, visitó Israel y urgió a garantizar la independencia del poder Judicial y a rebajar la violencia contra los palestinos.
Por décima semana seguida, el sábado 11 de marzo los israelís salieron a protestar, sumando 250 mil personas en Tel Aviv y hasta medio millón de manifestantes en todo el país, cifra récord hasta ese momento en la historia de Israel.
Para contener el descontento, el presidente Isaac Herzog anunció una propuesta de reforma judicial alternativa a la del Gobierno, misma que rechazó el propio Netanyahu.
El siguiente sábado se repitió la multitudinaria protesta de medio millón de israelís. Al día siguiente, cientos de reservistas de élite del Ejército israelí se sumaron a las protestas y dejaron de prestar servicio voluntario en oposición a la reforma judicial.
El pasado lunes, Netanyahu conversó con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y le aseguró que "Israel seguirá siendo una democracia fuerte" con su reforma judicial.
Tras esa declaración, los líderes de la coalición de Gobierno anunciaron que suavizarían los aspectos más polémicos de la reforma judicial, aunque la oposición rechazó de forma unánime la nueva versión al considerar que los cambios son insignificantes.
Para el 23 de marzo, Netanyahu prometió una "solución" con el "mayor consenso posible" para calmar los ánimos tras otra jornada de protestas masivas y de que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, le pidiera en una reunión a puerta cerrada paralizar la reforma por la división social que genera.
Al día siguiente, la fiscal General de Israel, Gali Baharav-Miara, aseguró que la implicación directa de Netanyahu en la reforma judicial es "ilegal" porque supone un "conflicto de intereses" al tener tres juicios abiertos por corrupción.
El tono de la disputa al interior del gobierno escaló y el 25 de marzo, el propio ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, pidió públicamente en una intervención televisada poner fin a la reforma. Ese mismo sábado, 630 mil israelís, un nuevo récord de manifestantes, salieron a la calle en la semana 12 de protestas.
El domingo, tras la polémica declaración, Benjamín Netanyahu cesó al ministro de Defensa, lo que desató una nueva ola de protestas masivas e improvisadas en todo el país, con un nuevo récord ahora de 650 mil asistentes.
Este lunes, el presidente Isaac Herzog llamó urgentemente a Netanyahu a "actuar con responsabilidad y valentía" y detener "de inmediato" el proceso legislativo de la reforma judicial que divide al país.
Para presionar, la Unión de Trabajadores, el mayor sindicato del país, amenazó con una huelga general si Netanyahu no anuncia el freno de la reforma judicial. La huelga logra cancelar el despegue de vuelos por unas horas del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. A la par, se congregaron nuevas protestas masivas frente al Parlamento en Jerusalén para exigir el fin de la reforma.
La presión de tan diversos frentes llevó al primer ministro de Israel a posponer la reforma judicial, pero no a desecharla por completo. Como resultado, los sindicatos desconvocaron la huelga general y el presidente Herzog, quien horas antes había pedido la suspensión "inmediata" de la reforma, celebró el anuncio para "apagar fuegos" e incluso se ofreció a mediar, aunque no contentó a los grupos convocantes de las protestas.
*Con información de EFE