Existen diversas leyendas y rumores sobre el hundimiento del pueblo de Tequesquite y que dieron origen al Lago de Tequesquitengo y hoy pueblo del mismo nombre.
La narración, quizá más real, relata que por venganza contra una afrenta de los habitantes de este pueblo, los dueños de la Hacienda San José Vista Hermosa, los hermanos Mosso, redirigieron el agua de los canales de riego de la zona y así inundaron el poblado.
Pero como ocurre con todos los acontecimientos trágicos, la población, ignorante de las causas reales, inventa una serie de mitos y leyendas, atribuyendo a la magia, la brujería y la mala suerte la causa de todos los males.
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El esquite
El nombre de Tequesquitengo, significa “donde hay tequesquite”. Pero ¿Qué es el tequesquite o tequixquitl?
Es una sal mineral que se utilizaba desde tiempos prehispánicos para sazonar la comida. Es como sal, pero con un color gris.
Se usa para sazonar el maíz y la calabaza, principalmente en esquites, elotes hervidos, tamales y más.
Los esquites
Los esquites son un “antojito mexicano" compuesto principalmente por granos de elote hervidos y condimentados con epazote, chile y otros ingredientes según la región. Son conocidos y apreciados en todo México.
Uno de los “ingredientes secretos” es el uso de la sal “esquite” que le da un sabor inigualable. Precisamente, es en el pueblo de Tequesquite donde se recogía esa apreciada sal, de ahí su nombre.
Leyenda del hundimiento del pueblo de Tequesquite
Cuenta la leyenda que el Concejo del Pueblo prohibió a los habitantes comerciar el esquite y que solo las cocineras podían manipular y recoger el condimento, con la finalidad de que nadie robara el secreto de su comida.
Un comerciante ofreció a Pedro Molesto, el brujo del pueblo, una sustanciosa ganancia si obtenía un bulto de esquite.
Para lograr su cometido, una noche oscura, golpeó y mató con su bastón a una cocinera en la cabeza, para después robarle el saco de esquite que llevaba para hacer sus labores.
Los habitantes del poblado encontraron a la mañana siguiente el cuerpo de la cocinera y les pareció sospechoso que no llevaba el tequesquite que había salido a recolectar.
Fueron a ver al brujo Pedro Molesto para ver si sabía quién era el asesino y para su sorpresa el brujo reaccionó de forma violenta aventándoles piedras y lo que tenía a la mano, incluso el tequesquite que había robado.
Ante tal traición, el Concejo del Pueblo decidió dar muerte al brujo asesino y traidor.
Lo ataron a un poste en el centro del poblado, junto al templo Capilla de San Juan Bautista, dispuesto a quemarlo vivo.
Cuentan que entre sus ropas traía su amuleto de brujería más valioso, una botellita que contenía agua de mar.
Cuando prendieron fuego a la hoguera, el brujo empezó a proferir una maldición y, cuando se hubo quemado por completo, entre sus huesos calcinados los habitantes hallaron la botellita con agua de mar, de la cual empezó a fluir agua, más y más… hasta inundar todo el pueblo y convertirlo en lo que hoy es el Lago de Tequesquitengo.
En las noches de luna llena en época de secas, los ancianos del pueblo afirman que se ve la punta de la capilla de San Juan Bautista y el rumor del agua trae los lamentos del brujo Pedro Molesto, lamentándose por haber robado el tequesquite y haber traicionado a su pueblo.