En la Cima del Cerro del Vigía en Mazatlán, se levanta uno de los mayores proyectos de la lucha por la conservación de una especie en México, el Museo Nacional de la Ballena.
La obra del arquitecto mexicano Alejandro D’Acosta, en la cual se utilizan materiales de contenedores marítimos usados, es una invitación desde todos los ángulos a adentrarse en una experiencia única, no solo turística, sino de la difusión de un mensaje y de conocimiento en un espacio surgido de la pasión por Mazatlán, su mar y sus ballenas.
Sí, Mazatlán es destino, santuario y hogar de las ballenas. Es el lugar donde se escuchan sus cantos tras un largo trayecto por aguas del Pacífico Norte en busca de alimento y es también ahora la sede de un museo que hace una década era inimaginable.
En la creación del este museo han coincidido las visiones de la División Turística de Grupo Petroil, enfocada a generar productos de primera calidad y la del oceanólogo Óscar Guzón Zataráin, con más veinte años dedicados de lleno al estudio de las ballenas y a su conservación.
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Para Guzón, las ballenas son la solución, en su carácter de Director y curador del Museo, le ha dedicado a esta afirmación, la sala cúspide del sitio para difundir el impacto que tienen las ballenas en el ecosistema marino.
"Una de cada 3 respiraciones que todos damos contiene oxígeno que se produjo en el océano. Estas ballenas se mueven a través de grandes áreas, baten los nutrientes, están detrás de todo el fitoplancton que representa la mitad de más del 50 por ciento del oxígeno del planeta. Son la solución al cambio climático, producen oxígeno, una ballena captura más de 33 toneladas de carbono en su vida, tenemos que cuidarlas" señala con seguridad.
Guzón, afirma categórico que si protegiéramos a las ballenas, esto sería una solución más barata contra el cambio climático. El aumento de 1 por ciento en la productividad de fitoplancton, significa en palabras del especialista, tener más de 2 mil millones de árboles. Para ello se necesita que las ballenas sobrevivan los impactos por actividades humanas, disminuya su caza y también una amplia cultura sobre el tema.
El proyecto por ello, que cuenta con una inversión aproximada de 25 millones de pesos, busca no solo entretener a los visitantes, sino también servir como un espacio educativo y de investigación destinada a la protección de las ballenas en un sitio como Mazatlán que tiene la presencia del 60% de las especies de mamíferos marinos registradas en el Golfo de California.
Un paseo inolvidable
El museo, que inició su construcción en 2022, contará con 12 salas de exhibición, once de ellas permanentes y una en constante actualización. Estas salas exhibirán información, así como impresionantes restos de vida marina, ofreciendo información sobre sus travesías por los océanos, los desafíos que enfrentan y cómo son cuidados. Lo harán valga decirlo con la mejor tecnología del mundo y una infraestructura de primer nivel.
La iniciativa que busca valorar y reconocer a los cetáceos, aspira a ser el principal centro de colección de esqueletos en México y Latinoamérica, para ello trabajan con especialistas de todo el mundo en la materia.
El museo viene a formar parte de un complejo turístico de primer nivel que toma forma sobre el Cerro del Vigía. En el espacio se cuenta con el Observatorio 1873, que recibe a miles de visitantes, se trabaja ya en la Mansión Pirata, un museo temático en construcción, así como se afinan los detalles de la espectacular tirolesa que conectará a las colinas del Vigía y del Crestón.
El museo habrá de inaugurarse el próximo 23 de julio, Día Internacional de las Ballenas y de los Delfines. Un evento sin duda trascendental en la vida mazatleca.