El miedo o el asco hacia las cucarachas es una reacción muy común en muchas personas. El simple hecho de encontrarse con este insecto puede provocar miedo y un rechazo total, y no es para menos.
"El miedo y el asco son dos emociones humanas negativas universales"
A lo largo de la historia, las cucarachas han sido consideradas plagas o símbolos de suciedad y enfermedades. Su aspecto repugnante, su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas y su asociación con gérmenes y otros patógenos son razones por las cuales estos animales generan sensaciones de asco en muchas personas.
En cuanto a su apariencia, su cuerpo plano, segmentado y cubierto de un exoesqueleto oscuro, junto con sus antenas y patas, pueden despertar una sensación de repugnancia.
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Además, las cucarachas suelen habitar en lugares oscuros y húmedos, como alcantarillas, desagües y basureros, lo que las relaciona con la suciedad y la contaminación, creando una asociación negativa.
Su capacidad para trepar paredes y moverse rápidamente de manera impredecible también puede generar una sensación de invasión, y en algunos casos, algunas especies incluso pueden volar, lo que aumenta el malestar.
Los expertos están de acuerdo con estas observaciones y señalan que estas reacciones son naturales. Jeffrey Lockwood, profesor de Ecología en la Universidad de Wyoming, explicó al Time: "El miedo y el asco son dos emociones humanas negativas universales. Uno señala el peligro inmediato, y el otro señala el potencial de enfermedad o contaminación".
¿Cuándo se convierte en una fobia?
Ahora bien, existe una línea muy delgada entre el miedo y la fobia. El miedo es bastante común, pero la fobia es menos frecuente. Algunas personas pueden sentir rechazo hacia estos animales, pero finalmente se acercan sin problemas o los aplastan, mientras que aquellos con una fobia pueden quedarse paralizados.
La fobia a las cucarachas puede afectar la calidad de vida y el bienestar emocional de la persona que la padece. En algunos casos, puede generar preocupación constante, afectar el sueño, la concentración y las relaciones sociales. Ante estos casos, se recomienda buscar la ayuda de un terapeuta para superar o gestionar esta fobia.