Las tablas para picar en la cocina son las grandes protagonistas de muchas de las recetas que se preparan todos los días. En la mayoría de las ocasiones, cualquier vegetal, carne, o ingrediente, pasan por este utensilio antes de integrarse al platillo. Por eso, es indispensable elegir la mejor y saber cómo cuidarla para evitar cualquier riesgo.
En el caso de las tablas de plástico, su uso inadecuado podría conllevar riesgos para la salud y la seguridad, ya sea por su desgaste o la reproducción de bacterias. Por eso aquí te compartimos 3 razones para considerar dejar de usar este material y reemplazarlo por la madera.
1. Intoxicación
Sin duda la más importante de esta lista. El material de este tipo de tablas para picar no soporta el filo de los cuchillos, y con el tiempo, pueden sufrir un desgaste creando surcos o arañazos en la superficie.
Allí es donde las bacterias se podrían instalar y, si no se lava de la manera adecuada, podría ser una fuente de Salmonella o E. Coli.
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2. Olores y manchas
El plástico es más propenso a absorber los olores y las manchas de los alimentos que se cortan en la superficie. En ocasiones, aunque se laven y tallen con frecuencia, su uso diario provoca que las manchas no desaparezcan e, incluso, transferir los sabores a otras comidas. Por ello, es indispensable reemplazarla con frecuencia.
También se recomienda contar con al menos dos tablas para picar en casa.
3. Dañan los cuchillos
Al ser un material duro, las tablas de plástico pueden provocar que los cuchillos se desgasten con una mayor rapidez. Por lo tanto, si no eres fan de afilar el cuchillo a cada rato, es mejor pensar en otro tipo de tablas para picar.
Usar tablas de madera o bambú podría ser la mejor opción. Si bien expertos en la cocina creen que al ser un material poroso podría guardar bacterias; sin embargo, un estudio de 2016, publicado en la revista especializada Food Science and Food Safety, refutó esta teoría indicando que la madera no es responsable de los problemas de higiene, incluso podría tener ventaja, ya que no suele crear un entorno favorable para los microorganismos. Lo importante, siempre, es mantenerla limpia.