Poner los cuernos hoy en día es una frase muy utilizada y parecería que cada vez más se hace común, ¿te suenan las siguientes frases? “Me pusieron los cuernos”, “te ponen los cuernos”, “le puse el cuerno”, todas relacionadas a una sola cosa: la infidelidad, ¿pero sabes en realidad qué significa o de dónde surgió esta frase? Te decimos…
Poner los cuernos es una expresión tan habitual como despectiva. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) limita su uso a una infidelidad matrimonial, la define como “sufrir el cuerno” o “llevar los cuernos”, lo cierto es que se utiliza para referirse a alguien que está siendo infiel a su pareja o incluso para contextos en los que se habla de traición o deslealtad. "Poner los cuernos" es un modismo empleado en el español desde hace siglos.
Origen de la expresión "poner los cuernos"
De acuerdo a expertos, existen varias teorías que vinculan esta expresión con los vikingos. En la cultura vikinga; los hombres vikingos podían acostarse con la mujer que quisieran, estuvieran casadas o no.
Al ingresar a su recinto, los vikingos solían poner su casco en la puerta para no ser molestados. Como ya sabemos, el casco vikingo lleva dos cuernos, uno a cada lado.
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Una segunda teoría es la que apunta la filóloga Héloïse Guerrier en su libro ‘Guía etimológica’, quien menciona que el comienzo de ‘poner los cuernos’ está en la Edad Media, cuando los señores feudales ejercían el ‘derecho de pernada’, colgando en la puerta de la casa los cuernos de un ciervo. El ‘derecho de pernada’ era el permiso otorgado a los varones para acostarse con la esposa del siervo o vasallo en la noche de bodas.
Asimismo, otra de las teorías un poco menos creyente, es que esta frase se remonta a la mitología griega. Pasifae, hija de Helios y Creta se casó con el rey Minos. Ya casada cometió una infidelidad, catalogada como zoofilia porque fue con un toro blanco. El fruto de aquella “relación” dio vida a Minotauro, una criatura con cabeza de toro y cuerpo humano. Es por esa razón que los cuernos alegan la infidelidad, según Infobae.
En general, a nadie le gusta que le ‘pongan los cuernos’, sea la teoría que sea.