Ser padre o madre es una de las experiencias más gratificantes y maravillosas de la vida, pero también puede ser muy desafiante. La paternidad conlleva, según varias organizaciones, la responsabilidad de cuidar que sus hijos estén saludables, seguros y felices. Aunque muchos estén luchando por lograr esto, en ocasiones, podrían llegar a caer en lo “tóxico”.
La psicóloga argentina Camila Saraco dijo en una entrevista reciente con la BBC que un padre “tóxico” no siempre quiere decir que sea un mal padre, dado que muchos lo hacen inconscientemente. “Hay muchas otras formas en la que los padres lastiman”, aclaró.
Según la organización de apoyo familiar Growing Up, ser un buen padre significa “proteger y guiar a sus hijos, mientras le proporciona un hogar seguro y cariñoso y cumple sus necesidades”. No obstante, para Saraco, esta línea delgada entre lo bueno y lo demasiado bueno podría convertirse en un comportamiento tóxico.
¿Eres un padre o madre tóxica?
El psicólogo mexicano Joseluis Canales está de acuerdo con esta perspectiva y advierte que, independientemente del comportamiento sobreprotector de un padre, lo importante es “entender que se equivocan y que eso no los vuelve tóxicos” de inmediato y pueden cambiarlo si lo hacen conscientes. Para identificar a un padre tóxico, enlistaron estas características:
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- Ser abusivos: física, verbal y emocional. Algunos comentarios que podrían afectar mucho a los niños son las descalificaciones como “no te va a salir” o “deja, mejor lo hago yo”.
- Manipuladores: en la mayoría de las ocasiones, el adulto se hace la víctima frente al hijo para chantajearlo.
- Controladores: cuando obligan a sus hijos a estudiar ciertas carreras o seguir tradiciones familiares.
- Negligentes: son descuidados con sus hijos, no les cubren sus necesidades emocionales, físicas y sociales.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reconoce que ser padre o madre es una labor difícil, sin embargo, insta a los tutores a ofrecer una buena crianza a los niños y adolescentes siempre “basada en la razón, la sensibilidad, el amor, la igualdad, la tolerancia y el respeto”.
“El uso de la educación respetuosa no significa promover un estilo de crianza permisivo, tampoco renunciar al papel de autoridad; significa respetar la dignidad de la niña, niño y adolescente en todo momento con límites claros”, indica.