Con la llegada de los españoles a la Nueva España, del Siglo XVI, había oportunidad, pero no para todos, pues el linaje era lo importante y al momento de saber quiénes tenían más oportunidad de tener más riquezas, decidieron casarse, con los que se tenía en mente, de ser las personas, y más populares.
Es aquí en donde comenzaron a tener interés no solo por el apellido, sino también por los intereses económicos y sociales, del cual empezaron a salir las personas con apellidos de renombre.
Linajes más respetados
El apellido era la llave para triunfar en la Nueva España y desde que las familias comenzaron a ocupar todos los cargos prestigiosos era muy fácil que los miembros de la familia tuvieran deslices.
De acuerdo con Thomas Hillerküss, quien escribió un capítulo del libro “Genealogía, heráldica y documentación” estos son los apellidos de linajes honorables:
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- Oñate
- Salazar
- Rivadeneyra
- Altamirano
- Cervantes
- Ircio
- Castilla
- Lo´pez (Lo´pez de Peralta)
Sin embargo, la familia de Oñate y Salazar no tuvieron una buena reputación, pero conforme pasó el tiempo se acercaron a la familia Rivadeneyra, siendo esto un trampolín para ser parte de las altas esferas de la sociedad virreinal.
Pero para poder estar dentro de la clase alta de la época:
“En 1572 y 1583, una hija y dos hijos de Cristóbal de Oñate y doña Catalina de Salazar se casaron con Hernando de Rivadeneyra y dos de sus hijas. Además, el 10 de octubre de 1584, Juan Velázquez de Salazar, hermano de doña Catalina, se hizo suegro de Gaspar de Rivadeneyra, hermano de Hernando”.
Fue así que los Oñate, Salazar y Rivadeneyra pudieron ingresar a las familias más honorables.