Uno de los problemas más grandes a los que se enfrenta la mayoría de los adultos es a la intolerancia a la lactosa; sin embargo, hay pocos afortunados que aún no padecen de malestares intestinales tras consumir lácteos, lo cual podría decirnos que son personas con genes europeos.
Sí, aunque no lo creas la intolerancia a la lactosa es por culpa de tus genes y aquellas personas que tienen origen o ascendencia en Europa y Escandinavia son las que menos sufren de estas problemáticas.
Primero debes saber que esta condición se origina cuando el intestino delgado no produce la cantidad suficiente de la enzima llamada lactasa, la cual permite digerir el azúcar de la leche, mejor conocida como lactosa.
La lactasa es la encargada de convertir la lactosa en dos azúcares simples, glucosa y galactosa, que se absorben a través de la mucosa intestinal e ingresan al torrente sanguíneo.
Te podría interesar
No obstante, si tienes deficiencia de lactasa, la lactosa de los alimentos se desplaza hasta el colon en lugar de procesarse y absorberse, donde las bacterias comunes interactúan con el azúcar de la leche no digerida, lo que ocasiona la presencia de los síntomas de intolerancia a la lactosa.
Generalmente esta enzima está lo suficientemente activa en el periodo neonatal y cuando somos niños; sin embargo, conforme vamos creciendo dejamos de producir la lactasa, lo que hace que los productos lácteos resulten difíciles de digerir en la edad adulta.
¿Por qué si eres tolerante a la lactosa podrías tener genes europeos?
Sin embargo, este problema no lo experimentan los europeos, pues en la edad adulta pueden seguir bebiendo leche o cualquier otro producto lácteo sin enfrentarse a la temida intolerancia a la lactosa.
Dicha condición es llamada persistencia de lactasa y se refiere a que continúan produciendo la enzima lactasa durante toda su vida, debido a una mutación del gen de la lactasa que asegura su persistencia.
Varios estudios han demostrado que estas variantes o mutaciones que mantienen el gen activo por más tiempo se presenta en el ADN de personas con origen o ascendencia en Europa y Escandinavia.
Curiosamente las personas con esta diferencia genética tienen sus descendientes en zonas donde más antiguamente se comenzó a consumir la leche, hace más de 8 mil años.
De esta forma en Europa un solo cambio genético está fuertemente asociado con la persistencia de lactasa, lo que parece haber dado a la gente una ventaja grande para la supervivencia._ Con información de El País