Las mimosas son un cóctel muy famoso en todo el mundo, pues con el paso de los años ha aumentado su popularidad, debido a que es una bebida alcohólica de baja graduación, la cual se puede tomar en el desayuno o el brunch como acompañante de los aperitivos.
Su preparación es muy sencilla, pues consiste en una parte de jugo de naranja y una de de champagne en partes iguales, mientras que se sirve en una copa alta que puede ser decorada con una rodaja de naranja.
La preparación no tiene una gran ciencia, sin embargo, la combinación de las dos bebidas da un toque suave y refrescante al paladar en partes iguales, con un toque sutil de alcohol y gas, que la hace una bebida realmente apetecible.
¿Cómo se toma una Mimosa?
Las naranjas del jugo y el champagne deben estar bien fríos cuando se vaya a preparar y servir una mimosa, mientras que el volumen en la copa debe ser en proporciones iguales, es decir, que se toma con mitad de jugo y mitad de champagne, sin llegar al borde de la copa.
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Hay quienes usan champagne séco para reducir la dulzura de la mimosa, sin embargo, este trago se puede tomar con diferentes tipos, pues lo importante es mantener el equilibrio entre un ingrediente y otro.
Lo más común en el mundo es que la mimosa se sirva como parte de un desayuno especial o de un brunch, es decir, que combina a la perfección acompañado de fruta fresca, huevos al gusto, queso, tostadas, entre otros alimentos.
El nombre del cóctel hace alusión al color de las flores de mimosa, las cuales son populares en el sur de Francia, y son pequeñas y amarillas.
Existen distintas versiones sobre su origen, pero la más popular cuenta que se creó alrededor de 1925 en el Hotel Ritz de París, donde se sirvió la mimosa como hoy la conocemos, creada por el bartender francés Frank Meier.
Las mimosas pronto se hicieron muy populares entre las clases altas y la realeza británica, que la tomaban como aperitivo antes de la cena, pero posteriormente pasó a ser parte del desayuno.