Una de las mayores atracciones del extinto parque de diversiones 'Reino Aventura' fue la orca Keiko, que llegó a aparecer en la película 'Liberen a Willy', la cual estuvo protagonizada por Jason James Richter en 1993. Desde ahí se inició una campaña para que el cetáceo recuperara su libertad, ¿Qué sucedió con ella y cómo falleció? Te contamos.
Keiko, que en japonés significa 'afortunado', fue un ejemplar de orca nacido en Islandia durante 1976; tres años después fue capturado por marineros de aquel país báltico y separado de su madre, lo que dejó una huella profunda en su desarrollo, lo afectó en su retorno a la libertad... e incluso causó su muerte. Para 1982 fue vendido al parque de atracciones Marineland en Ontario.
Fue hasta 1986 cuando Keiko llegó al parque de diversiones al sur de la Ciudad de México, en aquel entonces medía tres metros y pesaba 305 kilos, de acuerdo con José Luis Solórzano, el médico veterinario que lo cuidó durante 11 años. El especialista lo catalogó como un "cachorrito", pues nunca desarrolló el instinto asesino que caracteriza a las manadas de orcas.
En 1993, Keiko llegó al estrellato con 'Liberen a Willy', aunque varias escenas fueron hechas con un cetáceo animatrónico que tenía las mismas características que la orca. De ahí surgió una campaña para que Keiko retomara su libertad y uno de sus principales impulsores fue Michael Jackson, quien quería tenerla en su rancho 'Nerverland'.
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¿Cuándo y de qué murió Keiko?
Keiko murió de soledad y por una neumonía, ¿pero cómo fue que pasó? Con 6.55 metros de largo, salió de Reino Aventura el 18 de enero de 1996 con destino al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y de ahí a un acuario en Oregón, Estados Unidos. Mientras tanto, una fundación le construía una enorme 'alberca' en los mares de Islandia.
En agosto de 2002, Keiko por fin regresó a sus aguas natales en el Mar del Norte, pero esto causó su posterior deceso. Mantener a la orca en una especie de 'corral acuático' y llevarle alimento cada día a la Bahía Klettsvik resultó costoso, por lo que cortaron las redes y lo dejaron en libertad.
En este punto es importante recordar que Keiko nunca desarrolló un instinto de cazador ni de pertenencia a una manada, por lo que fue rechazado por los miembros de su misma especie. El animal vagó solitario y siempre buscó a los humanos, sobre todo para pedirles alimento.
Keiko sólo vivió 17 meses en libertad, cuando los integrantes de su especie que crecen en estado natural alcanzan los 80 ó 100 años. En diciembre de 2003, el cetáceo estaba frente a la costa de Noruega, cuando desarrolló una neumonía y finalmente falleció; fue enterrado en la bahía de Taknes.