Viridiana tiene una meta de altos vuelos: quiere subir tanto como una aurora boreal en menos de una década y media. Y ya va a la mitad de su camino.
Con 38 años de edad y menos de una década de experiencia en el mundo del montañismo, Viridiana Álvarez tiene una meta: quiere subir los 14 picos más altos de 8 mil metros en el mundo, los llamados 14 'ochomiles'.
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Lleva 7 y le falta la mitad, de hecho en estos momentos se encuentra en el camino para completar la octava cima.
Cuando concluya con todas habrá recorrido más de 100 kilómetros que es la distancia que se tiene sobre el nivel del mar a la línea Kármán, una especie de límite imaginario entre la Tierra y el espacio.
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A pesar de que sus acciones se desarrollaron en el ámbito terrestre, pareciera que esta palabra, “espacio”, persigue a la alpinista para hacer hitos fuera de lo ordinario.
Nació en un Aguascalientes que en una primera instancia, no se relaciona con el montañismo; no se considera una tierra de grandes rocas, volcanes o montañas como la Malinche, entre Pueblo y Tlaxcala, que lejos está de tener la cima más alta de México, el Pico de Orizaba.
Y sin embargo, fue en este volcán inactivo en Veracruz donde la visión de Viridiana pasó de un escritorio a un sueño que no se había imaginado y que luego la llevó a romper un récord.
Tenía 30 años y prácticamente una década de experiencia en el mundo de oficina, pero una llamada de último momento la hizo llegar hasta el pico más alto del país. ¿Qué siguió en su cabeza? El Himalaya.
El espacio entre la profesionista y la alpinista
Licenciada en Administración de Empresas, con 2 maestrías, una en Ingeniería de Sistemas de Calidad y Productividad, y otra en Innovación y Desarrollo Empresarial; además de una certificación en coach ontológico, esa es Viridiana Álvarez.
En paralelo, el acercamiento con el deporte fue progresivo: a los 28 años decidió correr una carrera de 10 kilómetros; luego siguió un medio maratón, después el completo y ahí dio el salto al triatlón y la bicicleta de montaña.
Ello sumado a un interés por la naturaleza desde niña que incluso la hizo desear ser exploradora o scout para aprender “técnicas de supervivencia”, según relató; entonces un día, un amigo la invitó para irse a una expedición al Pico de Orizaba, aceptó sin tener el equipo o la experiencia suficiente.
La oportunidad llegó de súbito pues una persona del grupo canceló por trabajo.
“Yo veía las fotos de mi amigo en redes de las montañas que subía y me llamaba la atención, pensaba ¿cómo le hago? Yo quiero eso”, relató.
Horas después Viridiana partió hacia Puebla y de ahí a subir el Pico de Orizaba, una forma poco usual de iniciar en el mundo del montañismo sin antes pasar por otras rutas consideradas para principiantes.
“Si hubiera dicho que no, no estaría platicando con ustedes”, afirmó en entrevista.
A más de 5 mil metros de altura y en la cima más alta de México, ahí es donde Viridiana vio más allá de lo que sus ojos percibían.
“Ver su cráter, las nubes abajo, toda esa magia que se vive en la montaña fue un momento especial, porque a pesar de que las piernas me temblaban y que apenas podía caminar, era tener una sonrisa y decir: wow, esto me gusta, esto me llena”, contó siempre con la emoción de recordar su época como “novata”, apenas una década atrás.
Lo siguiente que pasó por su mente no fue ir a otros picos más altos, sino a la cima más grande del mundo. Después de todo, se considera una persona ordinaria haciendo cosas extraordinarias. Así que la siguiente investigación que hizo fue cómo llegar al Everest.
El espacio para superar los retos del alpinismo
El alpinismo es un mundo de retos que inicia desde mucho antes de llegar al llamado campamento base e iniciar la expedición.
El esfuerzo que significa juntar el dinero, tener la condición física y mental para llegar a la cima requiere de acciones adicionales que bien podrían parecer igualmente agotadoras.
Para Viridiana, ese fue el primer “golpe”: subir el Everest puede costar o superar el millón de pesos. No tenía esa suma, y juntarla se volvió una cuestión similar a ir a contrarreloj para llegar al Himalaya.
El camino para ver su imagen como alpinista en la cima más alta de la Tierra le implicó ahorrar, pedir patrocinios de empresas, apoyo de familiares, amigos, conocidos y hasta vender su carro. Era un esfuerzo al que no se había enfrentado antes.
También significó tener empleos y dejarlos para tener el dinero y tiempo suficiente para cumplir su meta.
De hecho, mientras trabajaba llegó a entrenar en su mismo Aguascalientes, en el cerro El Picacho de apenas 2 mil 420 metros de altura, casi una cuarta parte de la altura del Everest.
“Era subirlo y bajar con una mochila de peso, luego subir el peso y subir y bajar otra vez; desde el estacionamiento a lo más alto son alrededor de 30 minutos”, recordó Viridiana.
La inversión de tiempo y esfuerzo poco a poco rindió frutos: en enero del 2015, escaló el Aconcagua, que si bien no es uno de los ‘ochomiles’, es la montaña más alta del continente con casi 7 mil metros de altura.
Diez meses después subió Manaslu, el octavo pico más alto del planeta y su primera cumbre por arriba de los 8 mil metros.
En mayo de 2017, por fin hizo tangible la meta de conquistar los casi 8 mil 850 metros que separan al Everest de la superficie del mar; algo que también pareció increíble al considerar que apenas 3 años atrás había hecho su debut en el alpinismo en el Pico de Orizaba.
Durante el año siguiente sumó otros dos 'ochomiles': Lhotse, de 8 mil 516 metros, y el K2, el segundo pico más alto del planeta con una elevación de 8 mil 611 metros y considerado también el más letal; Viridiana se convirtió en la primera mujer latinoamericana en llegar hasta esa cima.
Luego conquistó el Kanchenjunga, de 8 mil 586 metros, en 2019, la tercera montaña más alta de la Tierra.
Con ello también llegó el título del Récord Mundial Guinness por el ascenso más rápido de una mujer de las 3 montañas más altas, con oxígeno suplementario.
Le tomó un año y 364 días; rompió por tres días de diferencia la marca anterior que tenía la surcoreana Go Mi-Sun.
¿Qué sintió la alpinista después de superar esa marca?
“Te da ese soporte, tenerlo ahora es como validación y gasolina para decir: que no quede ahí nada más, no será sólo ese récord, sino ir por más”, afirmó.
Por si los retos no fueran suficientes, en el 2021, en pleno año de la pandemia por COVID-19, Viridiana sumó otros 2 ‘ochomiles’: Annapurna de cerca de 8 mil 100 metros y Dhaulagiri con 8 mil 167 metros de altura.
El espacio físico entre la montaña y el ser humano
Hay una conocida “zona de la muerte” en el mundo del alpinismo en la que se considera que el cuerpo deja de funcionar como debería después de rebasar cierta altitud; algunos expertos sitúan esto por encima de los 7 mil 500 metros y otros arriba de los 8 mil.
Personas han fallecido en el intento por subir los picos más altos del mundo; ya sea por los efectos que tuvo su cuerpo a esas altitudes o malas decisiones derivadas del cansancio y el estado físico durante el camino por las montañas.
Viridiana ha estado en esas altitudes, conoce los riesgos que implica, ha visto gente morir en el camino; y a pesar de ello, sigue adelante.
“En el K2 me tocó que la casa de campaña se estaba doblando por la tormenta. Con esa incertidumbre, al día siguiente cuando pudimos salimos de la carpa, muchos decidieron bajar y otros continuar. Unos decían: esto es una señal, y evaluando las condiciones fue como no, esta es la señal para seguir”, comentó.
Como alpinista, también sabe que cada expedición más allá del esfuerzo físico o del presupuesto, representa despedirse de su familia y confiar en que volverá a abrazarlos cuando regrese a casa.
Por ello, resulta tan significativo que en su trayectoria por conquistar las cimas más altas del mundo lleve el rosario que perteneció a su abuela.
“Para mí significa la fe. Estando en lugares tan inhóspitos, tan duros, tener algo con qué sostenerme hace que pueda sobrellevar la adversidad”, comentó Álvarez.
De hecho, no es alguien que subestime montañas de altitudes menores; la misma emoción está presente en ella aun cuando sube picos menores como el Nevado de Toluca, cuya elevación es un poco mayor que la mitad de altura del Everest y que visita cuando está en México.
El espacio público de Viridiana Álvarez
Viridiana Álvarez es la primera de su clase: ingresó al Salón de la Fama 2022 del Récord Mundial Guinness por la marca de subir las 3 montañas más altas en el menor tiempo; es la primera alpinista mexicana con este logro.
Comparte créditos en esta edición 2022 con Peggy Whiston, quien rompió un récord por el mayor número de caminatas espaciales hechas por una mujer. Una vez más, la palabra "espacio" se acercó a ella.
La alpinista se describe como una persona de retos y este año lo piensa reiterar: va por al menos 6 montañas de las 7 que le faltan por arriba de los 8 mil metros.
Como alguien que ha pensado fuera de este mundo desde esta corta trayectoria, lo quiere lograr con un nuevo récord: quiere convertirse en la primera mujer en el continente americano en lograrlo en tiempo récord.
Quizás la historia de la alpinista no se compara con la de otras deportistas que desde antes los 20 años conquistaban podios, pero ella no lo ve como desmotivación; en mayo cumplirá 39 años, y seguramente lo festejará desde Nepal o Pakistán en alguna expedición.
Al ser una mujer que abrió brecha como la primera en conseguir algo, está consciente que dejó un camino para futuras generaciones que tienen interés en las montañas; también esto tiene otro significado para ella.
“Es una responsabilidad grande haber recorrido este camino y llevar la bandera de México a 7 de las cimas más altas del planeta. También ha sido llevarme en esa bandera la ilusión y sueños de otros que a lo mejor no tuvieron las mismas oportunidad o tuvieron diferentes adversidades”, expresó.
También tiene otras actividades a la par del alpinismo: es conferencista, dirige una empresa de consultoría empresarial y cofundó "Líderes de Altura", una organización sin fines de lucro que promueve valores, deporte y la educación de niños, niñas, jóvenes y mujeres.
Este mes la alpinista se encuentra en el camino para subir Makalu, en Nepal, la quinta cumbre más alta del planeta con una altitud de casi 8 mil 500 metros.
Sus redes sociales han atestiguado el camino para cumplir sus objetivos: videos de entrevistas con medios, expediciones en distintos rincones del planeta y entrenamientos físicos como sus principales escenarios. Incluso compartió imágenes de ella en una terapia de frío dentro de una tina de hielo.
A primera vista, no parece una experiencia sencilla, ni algo que cualquiera haría, pero como muchas otras vivencias, la alpinista lo ha intentado y lo consiguió.
Después de todo, nadie dijo que rebasar la distancia para llegar más allá del espacio a través de escalar montañas sería fácil.