Un estudio realizado por los médicos del Hospital Metodista de Houston, Texas, determinaron cuáles son las principales diferencias entras las personas que se infectan con las diferentes variantes del COVID-19: Alfa, Delta y Ómicron. Uno de los primeros resultados que es que la variante B.1.1.529 (Ómicron) se ha convertido en la preponderante.
Los investigadores analizaron a 4 mil 468 pacientes que dieron positivo a Ómicron, desde finales de noviembre de 2021 hasta el 5 de enero de 2022, donde se determinó que los pacientes eran más jóvenes -respecto a lo visto con Alfa y Delta-, que tenían un mayor avance de vacunación y tenían una menor posibilidad de resultar hospitalizados.
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Las personas hospitalizadas por Ómicron necesitaron de menor asistente respiratoria (uso de oxígeno) y estuvieron menos tiempo hospitalizados. Un dato no menor es que, para enero de 2022, la cantidad de contagios por Ómicron paso del 90 por ciento al 98 por ciento, con lo que se convirtió en la variante dominante.
Todos estos datos fueron comparados con los pacientes que tuvieron las variantes Delta o Alfa, con lo que se determinó la media de edad de los pacientes con cada una de las variantes, qué tanto afectaba a hombres y mujeres, la etnicidad, el nivel de hospitalización y hasta la mortandad causada por cada una de ellas. Los resultados fueron compartidos por The American Journal of Pathology.
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Ómicron vs. Alfa
De 7 mil 167 casos analizados, 4 mil 468 casos fueron de Ómicron (58.7 por ciento) y 3 mil 149 casos fueron de Alfa (41.3 por ciento). La media de edad fue de 44.3 años en el caso de la primera variante, mientras que de 50 en la segunda. Omicron suele afectar en mayor medida a las mujeres y Alfa a los hombres.
Los pacientes infectados por Alfa requirieron de mayor respiración asistida con respecto a los de Ómicron, al registrar 8.4 por ciento y 5.5 por ciento respectivamente. Mientras que Alfa tuvo una mayor mortalidad, el 5.4 de los casos; en tanto que la variante surgida en Sudáfrica sólo fue el 0,9 por ciento.
Ómicron vs. Delta
De 20 mil 196 pacientes analizados, 15 mil 728 presentaron la variante Delta (77.9 por ciento) y 4 mil 468 (22.1 por ciento) Ómicron. La media de edad fue de 48.3 años en el caso de Delta y se mantuvo en 44.3 años en la variante B.1.1.529.
La cepa surgida en Sudáfrica afectó en mayor medida a las mujeres, mientras que Delta generó efectos más graves en los hombres. Delta generó una mayor tasa de personas que requirieron asistencia respiratoria, con un 10.7 por ciento, y una mayor mortalidad, con un 5.3 por ciento.
Acerca del sublinaje BA.2, mejor conocido como el "Ómicron sigiloso", sólo hubo dos registros en toda la base de datos del Hospital Metodista de Houston, Texas, por lo que no se pudo comparar sus efectos en comparación con las variantes Alfa y Delta del COVID-19.