Científicos unieron sus conocimientos y desempolvaron una olvidada investigación de la NASA para crear una startup que transforma el dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que calienta nuestro planeta, en un bistec jugoso o un delicado filete de salmón.
Isa Dyson y John Reed, el primero físico y el segundo científico de materiales, trabajaban juntos en el Laboratorio de Berkeley del Departamento de Energía y querían ayudar a frenar el cambio climático. Aunque no sabían como, tenían claro que la clave estaba en la comida.
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Esto, debido a que la agricultura es responsable de una cuarta parte de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, más que todo el sector del transporte, y la industria cárnica produce la mayor cantidad de emisiones.
Aunado a ello, el consumo mundial de carne es de alrededor de 350 millones de toneladas al año (aproximadamente 386 millones de toneladas) cifra que sigue aumentando y se estima que para 2050, la población mundial se disparare a 10 mil millones de personas, lo que generará una demanda de proteínas alternativas para alimentar a esas personas.
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Conscientes de esta situación, la pareja comenzó a buscar soluciones y encontró una investigación olvidada de la NASA, con fecha de 1967 que exploraba formas de alimentar a los astronautas en un largo viaje espacial, donde habría pocos recursos, la idea era combinar microbios con el dióxido de carbono que exhalaban los astronautas para hacer comida.
Aunque el programa espacial nunca llegó a Marte y la idea no se desarrolló por completo, sí fue el punto de partida para Dyson y Reed, quienes retomaron el concepto para fundar Air Protein en 2019.
El proyecto cultiva microbios hidrogenotróficos en tanques de fermentación y los nutre con una mexcla de oxígeno, dióxido de carbono, minerales, agua y nitrógeno, lo que da como resultado una harina rica en proteínas, que tiene un perfil de aminoácidos similar al de la proteína de la carne.
“Simplemente agregamos técnicas culinarias que le brindan las diferentes texturas que está buscando”, dice Dyson, usando una combinación de presión, temperatura y técnicas de cocción.
Carne con beneficios ambientales
El proceso usa 1,5 millones de veces menos de tierra y 15 mil veces menos agua que la utilizada para lograr carne animal y Air Protein tiene como objetivo final extraer el dióxido de carbono de la atmósfera a través de plantas de captura de aire directo.
El objetivo de este par es hacer que el proceso sea competitivo en costos con la industria cárnica, así como con otras alternativas a la carne, como la soya y la micoproteína.
“Nuestra tecnología nos permitirá no solo ser rentables desde el principio, sino también tener una estructura de costos que continúa disminuyendo”, afirma Dyson.
Esta apuesta ha llamado la atención de los inversionistas, pues a principios de 2021, recaudó más de 30 millones de dólares en fondos de inversores como ADM Ventures, Barclays y GV.