Desde pequeños nuestros padres nos han obligado a tomar leche para crecer sanos y fuertes, por lo que es un producto que seguimos consumiendo en la actualidad para acompañar unas galletas, pancito o un cereal, pero ¿sabías que tomarla en exceso puede hacerle daño a tu salud?
Sí, aunque siempre hemos tenido presente que beber un vaso diario nos aportará proteínas y calcio que nos servirá para tener huesos fuertes y energía durante el día, también puede resultar perjudicial para nuestro organismo.
Incluso hay investigaciones que demuestran que en lugar de ayudarnos a mantener una excelente salud osea, el consumo en exceso de esta bebida debilita nuestros huesos.
¿Por qué la leche puede ser perjudicial para nuestra salud?
De acuerdo con la nutrióloga Paulina Álvarez del hospital ABC, en primer lugar, la leche cuenta con una importante cantidad de grasas y calorías, por lo que beberla de forma ilimitada podría atraer problemas de colesterol y sobrepeso.
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Por su parte, investigadores de la Universidad de Harvard afirman que el consumo diario de este producto o sus derivados aumenta los niveles de grasas saturadas y de vitamina A, lo que hace que los huesos se debiliten.
Además, la leche carece de algunos nutrientes como la fibra, el hierro o la vitamina C, mismos que pueden agravar la artritis reumatoide o la anemia ferropénica.
Sin embargo, no son las únicas afectaciones que puede ocasionar el alto consumo de leche, ya que también se le ha visto relacionada con enfermedades coronarias como las cataratas e incluso con algunos tipos de cáncer.
De esta forma los expertos han concluido que el consumo moderado de leche no tiene por qué ser perjudicial. Por ello, se recomienda a las personas mayores tomar dos tazas de esta bebida al día, aunque se aconseja el consumo de leche de soya, leche de almendras o arroz, mismas que no contienen colesterol y se componen de antioxidantes y fibra.
En el caso de personas que son intolerantes a la lactosa pueden inclinarse por el yogurt, el cual tiene pocas cantidades de lactosa, todo dependerá de cómo reaccione tu organismo a los derivados de leche.
Como conclusión podemos decir que la leche no es mala para tu salud, siempre y cuando se consuma con moderación y no se caiga en el exceso.