Olvidamos ser niños. Que gran razón tenía Antoine de Saint-Exupéry al decir que “Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”.
Alguna vez te preguntaste ¿cuándo fue la última vez que jugaste con muñecos? Seguro no te diste cuenta, pero esos muñecos que tenías guardados en esa cajonera se quedaron ahí, hasta que los sacaste para regalar o tirar.
En la actualidad, se sabe que uno debe ser serio en trabajos, ser un color gris para cualquier tipo de personas que están en oficinas, pero si alguien llega y muestra esa alta gama de arcoíris seguro será mal visto.
Sin embargo, fue del empresario, conferencista y consultor Cipri Quintas quien dio un gran ejemplo, pues en su libro “Sawubona” hace referencia a una de las etapas de su vida, donde platica que siempre va a reuniones con su mochila de colores, “porque nunca hay que dejar de ser niños”.
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El último día que jugué con muñecos fue en la secundaria. Al inicio, tenía tantas materias para estudiar que abandoné por completo los juguetes en un cajón y trataba de apurarme para tener una parte de la tarde para seguir con esos mundos imaginarios.
Por momentos, mantuve la imaginación de los mundos que tenía en mí cabeza y los dejaba en un lado de mi cerebro, esperaba ansioso los fines de semana para dejar a un lado las materias y continuar con muñecos de Pokémon, Digimón, Dragón Ball y uno que otro de Star Wars, pero con el paso de los días, me era imposible mantener el ritmo.
Me di cuenta que el ser adulto no nada más era dejar de jugar, sino también las asignaturas obligaban a uno a que llevara su mente a otra situaciones, solo que a unos se les facilitó juntar ambas para que no se pierda esa niñez, otros la perdieron por completo.
El momento en el que me di cuenta que ya no le daba importancia a mis juguetes fue cuando adquirí un librero y en el iniciaba mi colección de libros, pues en la calle me encontré un billete de 50 pesos y en vez de ir a comprar más juguetes, compré el libro “Cartas de Relación” de Hernán Cortés, texto que me sirvió para pasar mis clases de historia, pero que determinó una pausa en la era de mi infancia.
Ahora, desquitó el salario no nada más en pagar servicios, también en coleccionar muñecos, porque uno podrá ser maduro, pero otra cosa es saber jugar con la vida, para que sea más divertida.