El primer día de clases, de primaria, fui uno de esos niños que lloró. Ese momento de desprenderme de mi hogar e ir hacia lugares extraños me dio miedo, pero una niña, sin conocerme, se acercó.
Volteó a ver a los adultos que me acompañaban y después me volvió a ver, esta vez me dijo: no pasa nada.
Durante mis días de escuela, no solo me junté con esa niña, también con muchas más. Tenía más amigas que amigos y siempre que llegaba al salón me recibían con una sonrisa y a partir de ese momento encontré un refugio, porque cada vez que algún niño me molestaba y decía cosas sobre mi orientación, ellas nunca me señalaron, fueron las que me defendían de esos pensamientos.
No había cuestionarios y mucho menos dudaban, siempre había una manera de poder deshacerse de esos malos pensamientos y era siempre con una sonrisa.
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Al transcurrir mis estudios me adentré más en distintas amistades y aprendía de lo que me decían; sus gustos y fanatismo, problemas familiares, sentimentales o incluso las molestias que pudieran sentir.
Cuando decidí salir del clóset, la confianza cayó en ellas y gracias a que siempre tenía su apoyo me sentí en libertad.
Con el paso de los años, tuve la fortuna de acceder a distintas lecturas y acercarme a personajes de la academia, donde doctoras y escritoras me mostraron los caminos a los que podía seguir para entender de esta ola morada.
Pero también hubo épocas en donde no nada más todo era morado. Había días donde se teñía de rojo y platicaba con mis amigas y me contaban de la desgracia patriarcal, la cual me mostraban las injusticias en el ambiente laboral, escolar e incluso sentimental. Ahí, al conocer la situación, mi trabajo fue escuchar y callar.
Hoy, no nada más se busca la igualdad, también el respeto y evitar los comentarios que viene arrastrando la sociedad desde años pasados, en donde se pretende una burla, pero lo que no se sabe es que sigue intensificando ese odio.
Un odio por el cual existen comentarios machistas que se han mostrado de generaciones a través de la televisión y de burlas, donde algunos hacen alusión al micromachismo, pero que en realidad construyen un daño muy grande.
Gracias a ese primer acercamiento que tuve con las mujeres, comprendo aún más ese movimiento.