Al hablar de machismo o violencia contra las mujeres se suele pensar en agresiones físicas, sexuales o en los feminicidios que tanto aquejan al país y que resultan incuestionables. Sin embargo, diariamente las mujeres enfrentan situaciones de violencia que, aunque no resultan evidentes, pueden desencadenar finales funestos.
La violencia contra las mujeres no necesariamente comienza con golpes, agresiones verbales o conductas referentes a la sexualidad, sino que lo hace también en pequeños gestos o actos de la vida cotidiana que parecen casi imperceptibles, mejor conocidos como “micromachismos”.
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En entrevista para Grupo Fórmula, la Doctora Daniela Villegas Mercado, del Centro de Investigación y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que este concepto fue acuñado en 1991 por el psicólogo Luis Bonino.
“Se refiere a muchas maniobras que aparentemente son imperceptibles pero que son de dominio masculino sobre las mujeres y niñas, a través de diferentes actos manipuladores. Son diferentes tipos de violencia ejercidas contra las mujeres para coaccionarlas, limitarlas, restringirles su libertad o dignidad como mujeres”, indicó.
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En la actualidad el concepto ha sido revisado por académicas como Claudia de la Garza y Eréndira Derbez, en su texto “Machismos cotidianos”, donde critican que el término “micro” le quita fuerza a los machismos que se ejercen de forma cotidiana.
Entre ellas, destacó Villegas, las tareas de cuidado y del hogar que son impuestas a las mujeres bajo la lógica de que son propias de ellas, pues “según las construcciones sociales ella es del espacio doméstico y es lo que le toca”.
No son micro, pueden acabar con la vida de una mujer
Villegas Mercado define a los “micromachismos” como “violencias aparentemente imperceptibles de ejercicio de dominación masculina sobre las mujeres” que incluyen la manipulación, intimidación y control que socavan la autoestima de las mujeres.
“Así inicia, lamentablemente, el tema del feminicidio. Son estas pequeños mecanismos imperceptibles en cuanto a cómo es que se encubren las violencias que luego devienen lamentablemente en feminicidios”, explicó la también investigadora.
La maestra en estudios de la mujer, puntualiza que las mujeres de todo grupo social, edad, espacio geográfico, raza y clase pueden enfrentar este tipo de violencias, cuando no se toma en cuenta su palabra, se les silencia, ignora o manipula emocionalmente.
“Todos esos elementos se van añadiendo uno a otro y luego terminan en violencias explícitas. Creo que un error que solemos tener es pensar en la violencia como algo físico como algo ya explícito y que lamentablemente puede terminar en un feminicidio, pero hay muchos tipos de violencias que empiezan mucho antes”, señaló.
Villegas Mercado explicó que estas conductas pueden iniciar con críticas que aparentemente son bromas o chistes sobre el aspecto o forma de ser, pero que menoscaban la autoestima de la persona hasta que después controlan a las amistades o familiares que se frecuenta, o la profesión que se ejerce.
Machismos más comunes y cómo se padecen
Entre las más comunes, la especialista destacó el “Manterupting”, la interrupción constante del discurso por parte de un hombre a una mujer.
“Que no le pongan atención a sus palabras. Digamos que están en una conversación con muchas personas, pero quien tiene la batuta es el hombre y cuando ella quiere dar su opinión no se le presta atención y si se les presta no se le pone en el nivel adecuado de importancia. Puede darse desde la casa hasta en una conferencia”, explicó.
Ilse, de 25 años, recordó que cuando se encontraba en la Universidad está práctica era común entre sus compañeros, pero hay una ocasión que no olvida.
“En la universidad me tocó realizar un proyecto con varios compañeros. Eran cinco hombres y yo la única mujer en el grupo. Cuando dimos las opciones de los temas, todo lo que yo proponía era como ‘ah sí’ y se seguían a la del siguiente compañero demeritando mi opinión por ser la única mujer del equipo”, rememoró quién hoy se desempeña como periodista.
Mansplaining
Apropiarse y llevarse el crédito por una idea generada con una mujer, Mercado explicó que a las mujeres básicamente se les ignora cuando están ganando terreno, aunque luego se hagan con las ideas supuestamente ignoradas.
Itzel, profesional de la comunicación institucional, explica que mientras realizaba sus prácticas profesionales en una dependencia educativa era constantemente interrumpida por el director de la organización quien tras varios minutos retomaba sus argumentos como propios.
“Me acuerdo de un jefe de mi trabajo que cuando quería expresar mis ideas me interrumpía, cambiaba de tema y luego volvía para decir lo mismo que yo había dicho, pero sin tener en cuenta que lo había retomado de mi. ¡Ay pero si lo vivimos muy cotidianos, ¿verdad?”, exclamó sorprendida al rememorar episodios similares.
Gaslighting
Se trata de un patrón de abuso emocional, en el que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria, causando ansiedad, confusión y hasta depresión en ella.
“Me llegó a tocar con una expareja que era muy celosa e insegura y me hacía dudar de lo que hacía o de las razones por las que hacía ciertas cosas. Me hacía dudar de mi misma, de que hacía, cómo me vestía, como me expresaba o tenía relación con mis amigos. Me hacía dudar y sentir como ansiedad y al final pues depresión de que no sabía si estaba actuando bien o no”, relató Brenda, de 29 años.
Manspreading
Por su parte, Monica, recordó todas las veces que ha viajado en el transporte público o con compañeros del trabajo, pues los espacios son muy reducidos y los hombres suelen
“Cuando iba a la prepa, constantemente me tocaba que la mayoría de quienes viajaban eran hombres. En una ocasión me tocó sentarme con un señor que estaba abriendo todas sus piernas y llegó un punto en el que me estaba cayendo del asiento. Lo único que hice fue voltear a verlo feo y reclamar la mitad del asiento que me correspondía. Él sabía que estaba despierto, que extendía las piernas y que estaba invadiendo mi espacio”, dijo con cierta molestia de que esto no deje de suceder.
A ello, indicó Mercado, se suman todas las violencias de manipulación emocional, de confinarlas al silencio cuando ganan terreno en lo profesional; así como a los espacios domésticos en el tema de cuidados.
“En el tema de los cuidados sobre todo ahora con la COVID-19 fueron mayormente las mujeres que se quedaron al cuidado de niños, personas de la tercera edad y muchas de ellas tuvieron que dejar su trabajo”, afirmó la especialista.
Añadió que a los hombres se les suele aplaudir cuando participan de tareas domésticas, “como que pareciera algo increíble o que son grandes hombres cuando realmente si viven en un espacio doméstico, pues es su tarea”.
¿Cómo acabar con estas violencias imperceptibles?
Para Daniela Villegas lo más importante para combatir este tipo de violencias es aprender a identificarlas para comenzar a nombrarlas y saber de qué tipo son, económicas, de intimidación o de supuesta autoridad masculina.
“Primero identificarlas, para poder entonces accionar, así como hacer una crítica al ideal de la masculinidad tradicional. Esta idea de que son dueños de la razón, que son solamente para ellos y por lo tanto no tienen interés en compartir el tema de los cuidados, y que se deje de ver a la mujer como si estuviera a su servicio”, explicó.
A la par, recomendó conversar y construir redes con otras mujeres “porque si no solo estamos muy aisladas, creo que es necesario que se identifique, se converse, se comparta y después se busquen formas de vincularse con otras mujeres que desde lo autónomo se están organizando”.
Además, recordó que se debe reconocer que estas diversas violencias no sólo son ejercidas por hombres, sino también por las mujeres que también viven dentro del sistema patriarcal.
“Todas y todos estemos dentro de este sistema, las mujeres se ven mayor medidas atacadas, pero algunas también lo reproducen. Se debe reconocer para poder atarcarlo y cuestionar la masculinidad tradicional”, finalizó.