En esta semana, la Ciudad de México empezó a decirle 'adiós' a los boletos del Metro CDMX y con ello, quizá, las y los chilangos también nos despedimos de la oportunidad de conseguir ¡un beso gratis! Si escarbas un poco en los recuerdos de tu mente, seguro te vas a dar cuenta de que los tickets han sido parte de tu vida por mucho tiempo.
Hace no muchos años, cada sistema de transporte público entregaba un 'papelito' numerado para determinar que ya habías pagado y, por ende, podías hacer uso del servicio. Debías cuidarlo porque de no hacerlo, perdías el seguro de vida que venía incluido en ese pequeño pedazo de cartón.
En los años noventa quería subirme al Trolebús para todo. Su costo de 2 pesos me emocionaba y no porque me llevaría a mi destino, sino por el boleto en sí.
Cuando lo tenía en mano, subía la mirada mientras abordaba el 'trole'; observaba el largo pasillo para saber si había un asiento libre y, así, tomarlo para estar más cómodo.
Te podría interesar
Así se canjeaban los boletos del transporte ¡por besos!
Ya en mi lugar sacaba el boleto como si fuera un secreto sin revelar y, al contar los dígitos impresos en él, era cuando me emocionaba o, quizá, bajaba la mirada sin decir nada.
Si los dígitos del boleto sumaban 21, ya podía entregarlo a una persona que me gustara e intercambiarlo porque, dictaba la tradición, ¡ya me debía un beso!
Si salía otro número, lo tiraba. Ni siquiera me preocupaba por el seguro de vida que me otorgaba el sistema de transporte por los 15 minutos de trayecto. Me molestaba y maquinaba en mi mente un conteo para ver cuántos boletos faltaban a fin de obtener la deseada suma de 21.
Si sacaba 10, entonces era cuestión de esperar a que 11 personas subieran al Trolebús para saber quién era el afortunado... y 'robar' su ticket.
Veía a mujeres, hombres, niños e incluso hasta uno que otro uniformado. Cuando llegaba el turno del pasajero 'seleccionado', observaba que tiraba con desdén y sin importancia ese 'papelito'; me daba coraje.
Creo que tengo suerte porque de las veces que me subí, junté más de 20 boletos que cada uno, con la suma de sus dígitos, daba 21. 21 oportunidades de besos gratis, pero sólo lo intercambié una vez. Los demás los guardé en una mica.
Cada vez que amigos o familiares veían el conjunto de tickets, yo contestaba que eran de colección. Con el paso de los años aprendí que sería un objeto de recuerdo.
Incluso, llegué a pensar que cuando no alcanzaba el número 21, sería un día de mala suerte. Durante mi infancia viví cerca de Eje Central, y cuando no me salía el número de la suerte notaba que había accidentes relacionados con el Trolebús: choques, personas atropelladas o motociclistas que fueron aventados. Estos recuerdos me persiguieron durante mi infancia.
Todavía guardo en mi mente cómo fue que conseguí un último 'papelito' para el Trolebús. Iba dirección al Centro de la ciudad y no me salió 21 ni tampoco lo guardé.
Hoy en día se utiliza una tarjeta de movilidad para moverte en el transporte público de la Ciudad de México (CDMX). Y ahora que el Metro CDMX anunció que pondría a la venta el último tiraje de su boleto, con una edición especial, ya hice planes para ir por el mío... ¿y tú?