Hay novelas que uno puede identificar por el tema, pero al hablar de Camila Villegas es distinto. Nos ubica en un sitio de México que no muchos conocen, a lo mejor han escuchado en noticias, pero no saben su situación.
Este es el primer libro de la autora y ante ello, sorprende bastante con el acierto y reconocimiento tanto de los personajes como del lugar, en donde se escuchan las voces del pueblo.
Lo demás es silencio
El fuego ilumina a un pequeño pueblo de Chihuahua, buscan calmar las llamas, pero es inútil. Ante la duda de cómo fue que se incendió, solo se pueden escuchar los aullidos de un exsacerdote que vive con su familia en comunidad.
Con esta imagen empiezan a generarse la presentación de toda la familia Montejo, quien a su vez buscan la manera de regresar el orden al corazón de la sierra tarahumara, pero si no se toma la decisión correcta, no nada más se sufre como individuo, también de manera colectiva.
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Ante los problemas que se generan, el lector podrá ver de cerca el impacto del crimen y la desigualdad en el seno de la comunidad rarámuri, pero también a la violencia que hay en todo un país.
¿Hasta dónde somos capaces de llegar por restaurar el bien?
El recorrido para escribir esta novela tardó aproximadamente 10 años, pero a través de Montejo muestra la realidad de una gran parte de la sociedad, “somos quienes somos por las decisiones que debemos tomar”.
A veces puede parecer que las decisiones son libres, pero llegan a estar influenciadas por el entorno y las creencias.
En entrevista con Radio Fórmula, Camila Villegas explica que su ópera prima (Tusquets editores) surgió por una experiencia personal, porque vivió dos años en la Sierra Tarahumara.
“Muchos de los personajes que trabajan en las comunidades son jesuitas. Finalmente, está inspirado en todos estos personajes y son personajes muy interesantes, porque dentro de la iglesia católica creo que tienen una visión un poco más progresista de lo que es la fe y religión, además de trabajar hombro a hombro con las comunidades indígenas”.
Ante esa idea, su personaje cuenta con esos siglos de tradición religiosa, que tiene Montejo. También se puede ver la creencia de superioridad que los pobladores tienen con la gente del campo y frente a los indígenas, pero la realidad puede descolocarlo.
“Él se tiene que hacer preguntas sobre ¿cuáles han sido su libertad de elecciones?, pero no solamente son a nivel personal, tiene que ver con las decisiones que tomamos como comunidad y colectividad y eso es importante y latente en el texto de la historia”.
Camila cuenta con una grata relación en la comunidad de la sierra, pero mucho de lo que desarrolló lo hizo no nada más a sus experiencias, sino también a la imaginación, no por nada esta ficción tiene esa construcción y su versión.
“Cuando uno vuelve a esos lugares son tan fuertes, poderosos y la sierra es tan mágica, que hubiera sido imposible que no se trastocara esta historia que había venido cocinando durante diez años”.
De igual forma, con ese personaje quería confrontar la cosmovisión occidental (o capitalista) y también la fe.
“La visión o construcción que tenemos de la figura de lo divino en una ciudad y lo que podemos encontrar en lugares como la sierra tarahumara, del pueblo rarámuri”, explica.
Lo que lo hace diferente a otros es esa resistencia y resiliencia que uno puede encontrar, “para mantener ese espíritu comunitario, una postura de su cosmovisión”.
“Hablar de estas ciudades y otras regiones grandes, o que operan de manera distinta, se diluye y tienen que ver con las presencias de esos ´otros´, la violencia, deterioro del mundo natural y el narcotráfico”.
Solo que no quería llevar como eje principal el narcotráfico, pues su idea principal siempre mantuvo la postura de resistencia frente a eso, razón por la cual se centra en las comunidades rarámuris.
“Ya tenemos suficiente producción literaria y audiovisual, en torno al narcotráfico, y muchas de ellas hacen apología y yo no quería hacer eso, no me interesa hablar de eso y para eso tenemos los periódicos, radio y noticias más espantosas, por eso yo quería hablar de la otra cara. Imposible que no hubiera presencia de esta realidad, inevitable”, finalizó.