Encontrar el amor es difícil para muchas personas, pero cuando encuentras a tu alma gemela y muere llega a ser devastador.
Esa es la premisa que lleva a Alberto Villareal a escribir su novela “Todo lo que no me deja olvidarte” (Grupo Planeta) el cual la primera página es cruda, fuerte, triste y buscan cerrar los ciclos provenientes del libro pasado, de la misma casa editorial cuyo título es “Ocho lugares que me recuerdan a ti”.
Todo lo que no me deja olvidarte
Si leíste el primer libro te vas a dar cuenta de que los personajes regresaron una vez más para tratar de ayudar a Edgar a seguir adelante. Pero si es la primera vez que te acercas a las letras de Alberto Villareal, no te vas a perder.
Al contrario, te aproxima más a Edgar y a la tristeza que envuelve. Se muestra el lado humano de las personas y más cuando pierden a alguien.
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Edgar se mantuvo alejada de su ciudad natal, pero al enterarse de que su abuela está enferma, decide ir a ver lo que le sucede. Después de pasar por una pérdida, busca la manera de estar cerca de su ser más querido.
Es aquí en donde Samantha y Santiago, sus amigos, ayudan a su amigo a distraerlo con paseos y reuniones, pero en una va a toparse con alguien que al principio no le será correspondido, pero que hizo mover los sentimientos de Edgar.
Ocho años en volver a escribir
Para escribir este libro pasaron ocho años. Villarreal explica que “le rehuía, la narrativa suele ser más abrumadora para mí que la poesía y preferí ahorrarme ese conflicto”, explica el autor en entrevista con Radio Fórmula.
Disfruta y sabe que escribir poesía es lo mejor, pues es su género favorito, pero revela que lee más novela. Aun así exploró ese género antes de hacer su segunda novela, que se siente más familiar.
El amor es uno de los temas que uno podrá encontrar en la narrativa de Villareal, aunque piensa en la belleza y en lo estético del texto. Incluso la poesía interna de la novela siempre se genera.
“El amor siempre es como la base de todo. Nos rodea de formas muy diferentes que es imposible contar algo, sin que esté atravesado por alguno de estos tipos de amor”, explica Villarreal.
En la novela, el lector va a darse cuenta de que está presente en muchas formas: el duelo, al perder al amor de la vida, en la amistad, lo familiar. “También es un libro muy nostálgico y es un poco mío que se cuela en los libros. Soy una persona que siempre está pensando en el futuro y un poco melancólico, eso no puedo controlarlo”.
A través de la lectura, cada uno de los lectores tendrá distintas interpretaciones con respecto a lo que sucede con Edgar, el amor y la vida. Solo que es muy probable que recuerden amores del pasado; aquellas que dolieron, las que odiaron y las que se fugaron.
“El desamor, como el amor, son de esos momentos decisivos y transformadores. El tener el corazón roto nos muestra muchas otras realidades de como nos relacionamos con los otros”, explica.
En la historia se puede ver cómo Edgar inicia en un proceso de duelo, donde se cree que defenderá ese sentimiento y lo encerrará durante años en su mente y aunque “es difícil amar a alguien que no existe”, el protagonista logra derrumbar esa pared y logra reconocer que hay un amor, pero que no tiene que vivir con ese dolor, sino más bien reconocerlo.
Eso hace que el escritor también tenga un desgaste emocional y a pesar de que Edgar es uno de los primeros personajes que Alberto creó, todavía lo acompaña.
“Hay cosas que son mías, pero otras son del personaje y de la naturalidad de su relación y de su contexto, es imposible no lograr esa conexión y esa empatía”.
Alberto intentó salvar a su personaje, él veía triste a Edgar, pero eso no le daría un sentido al contexto en el que vivía en la historia.
“Una vez que finalizo un libro trato de alejarme de él. Creo que la vida de Edgar termina en un lugar en el que me quedo bien dejándolo ahí, ya no hay cosas sueltas”.
El primer libro habla de Santiago, en este habla de Edgar y a la que le debe un libro es a Samanta y podría llegar a suceder que, después de ocho años, escriba su historia para completar a los tres amigos.