La emperatriz Carlota de México fue una de las primeras mujeres en gobernar durante el llamado Segundo Imperio, que formó parte de la intervención francesa entre 1864 y 1867. La originaria de Bélgica llegó con tan sólo 23 años y tuvo una vida longeva, pues falleció a los 87 años en el castillo de Bouchot, donde le fue tomada una última fotografía.
En 1868, con la caída del Segundo Imperio y el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, la emperatriz Carlota partió de México con destino a Roma, Italia; nunca volvió a pisar territorio mexicano ni el Castillo de Chapultepec. Llegó a pedir ayuda en El Vaticano, pues consideró que el emperador Napoleón III quería envenenarla.
Desde entonces, Carlota pasó el resto de su vida en tres castillos: Miramar (ubicado en Italia), Tervuren y Bouchot, ambos localizados en Bélgica, donde tuvo problemas psicológicos e incluso llegó a ser catalogada con demencia. Fue así que vivió sus últimos años aislada y enfrentado los conflictos bélicos que vivió Europa, como la Primera Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial, el castillo de Carlota fue rodeado por las fuerzas alemanas, pero estas desistieron de atacarlo o tomarlo, ya que la emperatriz era familiar de Francisco José, quien fue emperador del Imperio Austro-Húngaro, uno de los principales aliados de Alemania en el conflicto.
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En enero de 1927, al interior del Castillo de Bouchot, la emperatriz Carlota empezó a padecer pulmonía y su condición se agravó, hasta que falleció un 19 de enero y a la edad de 87 años. En su lecho, un fotógrafo retrató los últimos días de vida de la mujer que llegó a ser gobernante de México, a más de 9 mil kilómetros de distancia.
Existen un par de versiones sobre cuáles fueron las últimas palabras de Carlota: la primera apunta a que dijo "Dios quiera que se nos recuerde con tristeza, pero sin odio"; mientras que el historiador Luis Weckmann afirma que declaró "Todo aquello terminó sin haber alcanzado el éxito", palabras que se cree estuvieron dirigidas a México.
Los restos de la emperatriz fueron trasladados a la cripta real de la Iglesia de Nuestra Señora de Laeken -un barrio ubicado al noroeste de Bruselas-, donde se colocó una placa que la señala como Princesa de Bélgica y esposa de Maximiliano de Habsburgo, emperador de México.
Tanto el Castillo de Bouchot como la Iglesia de Nuestra Señora de Laeken son sitios muy famosos en Bruselas, capital de Bélgica, y que reciben a millones de visitantes cada año. Sobre todo a quienes se interesan en la historia de Carlota de México y Maximiliano de Habsburgo.