En este hotel no sabes si el recuerdo es real o juega con tu mente. Roberto Wong logra en su novela 'Bosques que se incendian' ingresar no nada más a la cabeza de los personajes, sino también del lector.
En la novela pareciera que los sueños son reales, pero ante esta confusión cada página mantiene al lector atento a las consecuencias que puede llegar a suceder en el hotel donde se desarrolla la historia.
Bosques que se incendian
El Hotel Hilbert es un lugar en el cual nos describe Wong como una gran ciudad que está oculta en sus sombras, donde el tren deja a pasajeros, aunque no hay rastro de la maquinaria y mucho menos anuncia su llegada.
Pero eso no es lo más raro. En este Hotel nadie tiene un cuarto fijo, los huéspedes deben cambiarse de habitación conforme llegan más trenes con pasajeros que nadie sabe de dónde viene.
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Es ahí donde entre cambio de cuarto, los lectores cuestionan este movimiento que hace el autor y se confundan ante la veracidad de la historia, porque no nada más es que el personaje te guíe a recuperar su memoria, también el lector debe entender si están en el mundo o en el limbo.
La violencia de la memoria
"'Bosques que se incendian' puede ser interpretado de distintas formas”, comentó Roberto Wong en entrevista con Radio Fórmula y tiene mucha razón.
El narrador mexicano sorprende con su segunda novela, el cual llega a deformarlo para que el lector tenga la misma sensación de sufrimiento, dolor y dudas que también sienten los personajes.
Pero lo que da miedo es cuando uno busca en su interior y es ahí donde “el viaje a uno mismo es el más difícil y descender a esos espacios se requiere valentía y creo que en el caso de los personajes, ese descenso les cuesta trabajo, es angustiante y también es necesario y en el caso de como sociedad es necesario también”.
Anteriormente era un cuento “donde solo existía el personaje de Rafael y después me di cuenta de que había algo ahí que no terminaba como de cuajar y empecé a escribir encima de ese cuento en la pandemia”, dijo Wong.
Al igual que sus personajes, Wong estaba encerrado en un hotel, en espera de una visa para vivir en Barcelona, y ahí fue donde conoció la incertidumbre, la claustrofobia.
“El hotel como un espacio del infinito con ese mecanismo de cambiar de habitación y que poco después se conectó con una obsesión”.
Indaga temas que no muchos quieren hablar como la melancolía, la culpa y el arrepentimiento, el cual cada uno de sus personajes tienen algo de este sentimiento. “Pero también una parte, quizás un poco más mística, que tiene que ver con abrazar el olvido, decir todo esto que soy y todo este relato que me sostiene a lo mejor ya no es relevante para mí y qué pasa si lo dejo atrás”.
La nostalgia también es parte importante de la historia, pues uno de los personajes busca recuperar las memorias de su pasado, el cual le da miedo olvidarlas.
“Cómo esta nostalgia puede ocupar gran parte de nuestro tiempo y la gran pregunta ahí en ese caso sería ¿qué tanto está viviendo en ese pasado nos impide estar en el presente?”
Con estos elementos en la novela, Wong logra sacar al lector de “la cotidianeidad y darle paso a lo extraño”.
“Yo creo que lo conocido, que son estos espacios, es sencillo también trastocarlos y hacerlos un poco delirantes. Hay una especie de neblina que pareciere estar alrededor de los personajes todo el tiempo y se empieza a develar poco a poco”.