México tiene lugares todavía que descubrir. Desde el norte hasta el sur del país uno puede recorrer sus ciudades y pueblos para aprender de ellos.
En algunos descubres las leyendas que lo mantienen vivo, en otros logras conocer la importancia de sus pobladores, pero lo significativo es el recuerdo de los días felices que tenga y Sue Zurita lo refleja en su libro "Aquellos días" (Grijalbo).
Los días pasados
Abigaíl y su madre Ángeles viven en Piedras Negras junto a su padre, son una familia cotidiana, pero conforme pasa el tiempo, la situación empeora. Con una gran tristeza, las dos huérfanas deben emprender un viaje al sur del país.
En el viaje no nada más descubren a nuevas personas, los sitios enamoran al lector porque encuentra a un México de los 80, donde se da detalle no nada más del campo, sino también del trabajo chocolatero.
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A pesar de ser menor de edad, Abigaíl se convierte en una protagonista que desarrolla su vida con una inocencia, el cual los lectores van a poder regresar a su infancia y sentir el aire joven que deambula en sus recuerdos.
Pero la historia también muestra las complicaciones de la vida, como es el caso de los problemas del campo, el trabajo del chocolate, el sabor de los dulces y caminar en sitios que ya no existen.
Evocar los días que no volverán
Sue nació en Tabasco y con ella está presente las tradiciones no nada más de su ciudad, también de la producción chocolatera y el campo, el cual siempre lo recuerda a partir de la infancia que tuvo ella y todos.
Gracias a la escritura de Sue, se puede sentir la riqueza de las tradiciones, el cual acompaña, de la mano, a las personas para que tengan una oportunidad de conocer el sur de México.
Es muy emotivo y este choque cultural quería mostrarlo en la novela sobre cómo es tan diverso nuestro país y nuestras culturas.
A pesar de llevar muy bien los acontecimientos del pasado, Sue explica a Radio Fórmula que tiene interés en la investigación, por lo cual, como escritora, afirma que está en un proceso de aprendizaje. Además de tener la inquietud de hablar sobre la infancia.
“Mi infancia, en algunos momentos, fue muy bonita y mágica, y todo eso superó cosas muy oscuras y tristes, por eso quería hablar de esa imaginación, de esa inocencia, de los niños, pero no sabía en qué contexto ponerla”.
Pero fue gracias a la visita que hizo a una hacienda donde pudo mantener un recuerdo muy vívido, de aromas, detalles y ahí decidió realizar la novela en una hacienda chocolatera.
Al igual tuvo ayuda de su sobrino y una amiga fotógrafa para poder visitar las haciendas y ver cómo la inocencia actuaba frente a este escenario sin tecnología.
“Tuve la oportunidad de que la historia naciera, las ideas fluyeran, el cual empezó la imaginación para esta historia”.
El petróleo y la declive agricultura (del cacao) también se muestran en la novela y esto para situar estos hechos históricos importantes. Aunque la intención de escribir un libro sobre estos temas también deriva al consumo local, “a nuestros artesanos y agricultores”.
Ponerle voz a personajes que no son de uno es un reto, pero al darle la voz a una niña y que se sienta natural es más complicado, porque es buscar en ti mismo, porque es “ver a través de sus ojos” de los niños.
Otro recurso con el que se apoya y es crucial para su relato son las leyendas, que tuvo un soporte grande del realismo mágico latinoamericano para desarrollar una escena del libro y plasmar las leyendas que hay en el sur del país, como las brujas, duendes, aluxes, calejos, tradiciones de esa parte de México.
A pesar de que el libro tiene una influencia con elementos clave del país, Sue menciona que también hay machismo, violencia, seguridad, “mi novela quiere evocar el lado tierno de la vida, una infancia bonita que no muchos han tenido desafortunadamente”.