Cuando Los olvidados llegó a las salas de cine en 1950, la reacción del público fue feroz. Todo México y el mundo se cimbró.
Acostumbrados a un cine que idealizaba la vida en el campo o glorificaba al charro y la figura maternal, pocos estaban preparados para el golpe de realidad que el cineasta español Luis Buñuel les propinó.
Esta es la historia de El Jaibo, Pedro y sus compañeros, niños atrapados en un círculo de miseria, delincuencia y abandono que no sólo incomodó a la población sino que indignó a una sociedad que prefería mirar hacia otro lado.
En sus primeras proyecciones en la Ciudad de México, el filme fue acusado de “difamar” al país. Sin embargo, Luis Buñuel encontró en México un hogar y una voz creativa, por lo que defendió su obra con firmeza: “No es mi intención ofender a México. Todo lo que aparece en la película es real”.
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Lo que pocos imaginaron en aquel entonces era que esta cinta, filmada con un presupuesto modesto y actores desconocidos, se convertiría en una de las obras más importantes de la cinematografía mexicana y mundial.
Un retrato incómodo, pero necesario
“Los Olvidados” es un retrato brutal de las periferias urbanas de la Ciudad de México, donde los niños como Pedro y El Jaibo enfrentan una vida sin oportunidades.
En su tiempo, Buñuel realizó un trabajo de campo exhaustivo, visitando barrios marginales y observando la realidad de los niños de la calle.
Aunque su intención no era crear un melodrama, sino un documento fílmico que reflejara con fidelidad los problemas sociales de la época.
Esta cruda realidad, sin embargo, no ha desaparecido del país, pues de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en enero de 2024 se registraron incrementos en la línea de pobreza extrema por ingresos, donde la canasta alimentaria tuvo un aumento anual del 9.4% en zonas rurales y del 8.6% en áreas urbanas.
La película refleja mucho más que cifras, pues mostró lo que pocos querían admitir: un México en el que la modernidad coexiste con la pobreza extrema y donde los más vulnerables son los primeros en ser olvidados.
Por esto mismo, la cinta fue una "bofetada" al optimismo del gobierno posrevolucionario que promovía un México de progreso, pues incluso Jorge Negrete declaró que si hubiera estado en México al momento del rodaje, como secretario del Sindicato de Actores hubiera prohibido la filmación.
Silvia Pinal en el cine de Buñuel
Sin embargo, el amor de Luis Buñuel por México no concluyó con Los olvidados, pues fue su colaboración con la recién fallecida Silvia Pinal marcó un capítulo inolvidable en la historia del cine mexicano.
Su relación profesional inició con Viridiana (1961), una película que desató controversia mundial al ser considerada blasfema por el Vaticano, pero que también consolidó el lugar de Buñuel en el cine de autor y catapultó a Pinal como una actriz de proyección internacional.
Un año después, la dupla continuó con El ángel exterminador (1962), donde Pinal encarnó a una mujer de la alta sociedad atrapada, junto con un grupo de amigos, en un inexplicable encierro dentro de una mansión.
Y, finalmente, en Simón del desierto (1965), Pinal asumió el papel de una tentadora diabólica que pone a prueba al protagonista, un asceta que busca la pureza espiritual.
A pesar de ser un proyecto más breve debido a limitaciones presupuestales, su actuación dejó una impresión duradera por su carácter provocador y lúdico. En estas tres películas, Silvia Pinal fue una musa para Buñuel, pero también una pieza clave en la realización de sus visiones cinematográficas.
De la polémica al reconocimiento
Pese a que su estreno en México fue complicado, Los olvidados encontró reconocimiento en el extranjero. En 1951, Buñuel recibió el premio a Mejor Director en el Festival de Cannes, lo que catapultó la película a la escena internacional, pues comenzaron a estudiarla como un ejemplo del neorrealismo con un toque distintivo de surrealismo, característico del director.
Con el tiempo, México también la adoptó como un ícono cultural, ya que en 2003, la UNESCO incluyó a esta película en el programa Memoria del Mundo por su importancia histórica y cultural.
Ahora, setenta años después, el impacto de “Los Olvidados” sigue vigente, los temas que aborda como la desigualdad, la violencia y el abandono infantil, aún permanecen como realidades ineludibles en muchas partes del país.
Según datos del INEGI, en México hay más de 1.8 millones de niños en situación de calle, una cifra que demuestra que las problemáticas que Buñuel capturó en su película no son cosa del pasado.
Además, la cinta ha inspirado a generaciones y a directores como Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, quienes señalaron este filme como una influencia clave en su obra.
Pese a que los sectores más vulnerables enfrentan una situación cada vez más crítica, demostrado con las estadísticas de pobreza en México, muchas veces este hecho pasa desapercibido, pero que Buñuel logra retratar las desigualdades sociales en este filme.
Actualmente, la pobreza extrema sigue siendo una barrera para millones de mexicanos que luchan por el acceso a lo más básico: alimentos, vivienda y oportunidades.
Por ello, la vigencia de Los olvidados radica en su capacidad para recordarnos que las condiciones de exclusión social aún son una problemática que exige soluciones inmediatas y efectivas.