Antes había personas… ahora hay carros. Donde antes había risas y cotilleos, ahora hay olor a gasolina. El pavimento devora la espontáneo y ahora el camino a la Cineteca Nacional ya no es el mismo. Devora lo espontáneo.
Un paso peatonal de suelo grisáceo con una imponente entrada al nuevo Palacio de Hierro de Coyoacán a un costado es el nuevo camino de Metro Coyoacán a la Cineteca, tras la inauguración del centro comercial de la Torre Mítikah, en la calle Real Mayorazgo.
Hace meses, se talaron algunos de los árboles de la calle Real Mayorazgo para la 'rehabilitación' de la calle que conduce a la Torre Mítikah y también a la Cineteca Nacional desde avenida Universidad, lo cual fue motivo de protesta por parte de vecinos y de disgusto de usuarios de la Cineteca, debido a la apropiación del espacio público.
Te podría interesar
Los dueños de esta sólo pagaron 40 millones de pesos de multa por haber talado 80 árboles.
El nuevo corredor de Mítikah, que antes era la calle Real Mayorazgo, tiene jardineras y postes de luz en medio, una barda de pesado cemento a un lado, el Palacio de Hierro y la moderna construcción de Mítikah, del otro, y los que parece será un estacionamiento.
La Torre Mítikah tiene 68 pisos, cuando en el pueblo de Xoco, donde está ubicado, sólo se permiten edificios de 6 pisos. Habitantes del pueblo de Xoco, localizado en Coyoacán han indicado que la construcción de los complejos habitacionales ha provocado hacinamiento, falta de agua, desorden urbano e incremento de la inseguridad, situación que perciben que a las autoridades les es indiferente.
La construcción de la torre Mítikah comenzó en 2008, pero hasta 2015 los vecinos empezaron a dar a conocer los problemas que la megaobra traería a su vida.
Asimismo, comerciantes inconformes acusan que la alcaldía no les permitió instalarse en las inmediaciones de esta nueva plaza y que en su lugar han otorgado permisos para otros negocios.
Los vecinos de Xoco, donde también se ubica la Cineteca, lograron frenar las obras de Mítikah durante varios meses; pero, Fibra Uno –el fideicomiso inmobiliario más grande de Latinoamérica- tomó el control de la construcción y la historia cambió.