Ulises notó que las gallinas se alteraron a pesar de la tranquilidad del bosque. Apuntó con el lente a la espera de que un ejemplar de gallina de monte apareciera a cuadro. Pero pronto notó que el motivo del espanto era un lince rojo acechando a un metro de distancia.
Volteó rápidamente con la intención de fotografiarlo, pero los nervios le hicieron apagar la cámara en vez de presionar el obturador. Alcanzó a retratarlo en su huida: al gato también le había tomado por sorpresa la presencia del hombre.
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En el bosque de Milpa Alta, al sur de la Ciudad de México, un grupo de monitores de San Pablo Oztotepec sigue el rastro de estos felinos en un esfuerzo por estimar cuántos individuos cohabitan sus tierras comunales y cuál es su estado de salud.
El lince o gato montés es el mayor depredador que habita los bosques de la Ciudad de México, pero no es una amenaza para los seres humanos, al contrario, se alimenta de conejos y roedores silvestres que en ocasiones afectan la cosecha de granos.
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El Grupo de Monitoreo Biológico Milpa Alta está conformado por cerca de una docena de hombres y mujeres organizados para revertir la pérdida del gorrión serrano y el conejo zacatuche, dos especies endémicas y en peligro de extinción que habitan en sus bosques.
Sin embargo, en el proceso de monitoreo de estos animales, se encontraron con linces paseando frente a las cámaras trampa. De hecho, han logrado identificar hasta 7 individuos diferentes.
Para conocer más sobre los grandes mamíferos del bosque, los monitores comunitarios recurren a una técnica particular: recorren el bosque en busca de excremento, guardan muestras y las llevan a un laboratorio en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Tras su análisis, el excremento permite conocer cuál es la dieta de los felinos y si son afectados por algún parásito.
Seguir el rastro de los linces requiere conocer sus huellas y a veces también la forma y el olor de sus heces. Sin embargo, determinar cuántos individuos habitan en Milpa Alta requiere necesariamente del registro fotográfico para identificar el patrón de manchas de cada ejemplar.
El Grupo de Monitoreo Biológico Milpa Alta comenzó a trabajar con el biólogo Horacio Bárcenas Rodríguez para afinar las técnicas de búsqueda de linces. Gracias a su instrucción consiguieron obtener las primeras imágenes mediante cámaras trampa.
"Cuando logramos tener los primeros registros con cámara, casi lloramos. Durante mucho tiempo no habíamos registrado nada y todo era inversión nuestra", relata en entrevista Ulises Martínez Molina, monitor comunitario de San Pablo Oztotepec.
Los integrantes del grupo se han especializado en monitorear diferentes especies silvestres y salen todos los días en busca de gorriones, conejos, gallinas y coyotes en las diversas zonas del bosque. Pero, invariablemente, todos han encontrado rastros de linces.
La mayor parte del tiempo, los monitores trabajan de forma voluntaria apoyados por ciudadanos interesados y científicos dedicados al monitoreo y a la conservación. Si bien han recibido apoyo económico de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), así como asesoría y apoyo de integrantes de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
México no investiga ni protege a sus linces
El lince rojo, Lynx rufus, habita en Norteamérica, desde el sur de Canadá hasta el centro de México. A pesar de que en Estados Unidos y Canadá existen abundantes estudios sobre la especie, México no tiene mediciones sobre la población de linces en territorio nacional ni estudios sobre sus condiciones de salud.
Sin embargo, los biólogos Horacio Bárcenas y Rodrigo Medellín realizaron un estudio para atender esta problemática. De acuerdo con su investigación, Janos, Chihuahua, tiene la mayor densidad de estos felinos (0.5 gatos por kilómetro cuadrado), mientras que San Miguel Topilejo, Ciudad de México, tiene la menor (0.05 gatos por kilómetro cuadrado).
Horacio Bárcenas estima que la densidad de linces en México es parecida a la que hay en Estados Unidos. Es decir, el lince no está en peligro a nivel nacional, si bien el cambio de uso de suelo amenaza a la especie en diferentes localidades.
"En este momento no hay un sólo peso dirigido específicamente para el lince. Para el lince no hay dinero", explica en entrevista Horacio Bárcenas, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.
Aunque refiere que estos felinos se podrían beneficiar de los programas destinados a la conservación de especies que habitan el mismo entorno, como es el caso del conejo zacatuche o teporingo en la Ciudad de México.
El lince rojo no se cuenta entre los animales en mayor peligro, según la Convención Internacional para el Comercio de Especies Amenazadas de Flora y Fauna, sino que se suma a las especies que “podrían llegar a estarlo a menos que se controle estrictamente su comercio”.
De hecho, el lince rojo se salvó de que se autorice su libre caza y comercio internacional gracias al gran parecido de su pelaje con el del lince ibérico, especie en peligro de extinción.
Rafael Ojeda, director general del Sistema de Áreas Naturales Protegidas y Áreas de Valor Ambiental de la Sedema, confirma que la Ciudad de México no cuenta con ningún censo de esta especie, pero asegura que su administración está trabajando en el tema.
"No tenemos ningún censo. Vamos a consolidarlo en esta administración y dejar una base bien documentada de lo que estamos encontrando en la propuesta de monitoreo, esperando que ésta se continúe”, afirma.
Múltiples amenazas contra los linces
Una isla de bosque en un mar de concreto aloja a los pocos felinos silvestres que subsisten en la Ciudad de México. Pero la perseverancia de los linces por sobrevivir encuentra múltiples obstáculos.
El bosque que comparten 9 de los 12 pueblos comuneros de Milpa Alta es una zona altamente transitada por cazadores, refieren los comuneros. Son personas que conocen el bosque a detalle, que cazan venados, linces y coyotes por deporte, en grupos de hasta 30 personas, con perros de caza y rifles de largo alcance.
A pesar de tener pruebas de sus acciones, los monitores comunitarios no pueden denunciarlos ni confrontarlos sin poner en riesgo la continuidad de su trabajo o su propia seguridad.
Otro problema reciente en la zona fue la destrucción de hectáreas de bosque para la creación de campos de cultivo que pudieran recibir apoyos del programa gubernamental Sembrando Vida. Por esta razón fueron desmontadas hasta 80 hectáreas, comenta el monitor Delfino García Loaeza, si bien el Consejo de Bienes Comunales ya logró detener el cambio de uso de suelo.
Existes 3 riesgos para los linces en la Ciudad de México, explica en entrevista Rafael Obregón de la Sedema. El primero es la presencia de perros y gatos domésticos que los ciudadanos llevan en sus visitas recreativas a los bosques y que pueden transmitir diversos parásitos a los animales silvestres.
El segundo problema es la proliferación de rutas no reguladas para hacer ciclismo de montaña, mismas que saturan el bosque y ahuyentan a los linces.
También persiste el problema de que algunos ganaderos los consideran un riesgo y optan por asesinarlos, a pesar de que los linces rara vez roban corderos.
"La gente va por deporte a cazar, por diversión malsana. De pronto da temor dar a conocer que a través de fototrampeo conocemos la presencia de un animal valioso porque al final puede generar este tipo de prácticas indebidas. Pero creemos fielmente que en la medida en que mejor conozcamos qué tenemos en nuestros ecosistemas y que la gente sepa de ello mejor vamos a aprender a conservarlo", asegura Rafael Obregón.
A estas problemáticas se suma el aumento de la tala clandestina, los incendios forestales y el cambio de uso de suelo.
A pesar de las múltiples amenazas que enfrentan, los linces sobreviven en los alrededores de la Ciudad de México y muchas veces caminan los bosques junto a las personas sin que éstas se den cuenta.
"De repente cuando no aprendes a percibirlos, pasas ajeno. Caminas como loco y crees que no hay nada. Nosotros tenemos la fortuna de que ahora que nos dedicamos al monitoreo hemos visto de todo", comparte Ulises Martínez.
El biólogo Horacio Bárcenas coincide en que no hay palabras para describir lo agradable que es ver a linces y el agradecimiento que siente por tener la oportunidad. "Me da una gran esperanza saber que hay fauna silvestre en los sitios donde nosotros vimos", concluye el especialista en felinos.