La mayoría de las personas consideran al panteón como el lugar en el que descansarán durante la eternidad luego de que mueran; sin embargo, la realidad es que, al menos en la Ciudad de México (CDMX), los difuntos están obligados mudarse de sus tumbas luego de cierto tiempo.
Hasta la década de 1970 cualquiera podía adquirir los derechos ‘a perpetuidad’ de un lote en el panteón para ser sepultado y que sus restos permanecieran ahí para siempre, pero todo cambió en 1974 cuando el gobierno capitalino eliminó este modelo.
Desde entonces sólo se permite que el cuerpo de una persona permanezca sepultado por un periodo de tiempo determinado, por lo que al concluir este plazo se ven obligados a ser exhumados para que su lugar pueda ser ocupado por el cadáver de alguien más.
“Los restos áridos de esta fosa serán exhumados. Urge presentarse con documentos en la oficina”, dice un letrero que cuelga sobre una lápida dentro de uno de los 118 panteones que hay en la CDMX, ejemplo de la situación en la que se encuentran miles de sepulturas.
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¿Cuánto tiempo puede estar alguien enterrado en el panteón?
Los lineamientos para la operación de los panteones que hay en la capital del país se encuentran en el Reglamento de cementerios, crematorios y servicios funerarios de la CDMX -publicado en marzo de este 2022-, mismo en el que se establece el tiempo mínimo o máximo que una persona puede permanecer sepultada.
En su artículo 127 dicho ordenamiento señala que: “en los cementerios civiles y comunitarios la temporalidad mínima confiere el derecho de uso sobre una fosa durante siete años refrendable por dos períodos iguales, que será la temporalidad máxima; al término de los cuales volverá al dominio pleno de la Ciudad de México”.
Lo anterior significa que cuando una persona adquiere un espacio en cualquier cementerio público de la capital tiene derecho a utilizarlo por un periodo mínimo de siete años, mismo que puede extenderse hasta 21 años máximo.
Luego de cumplirse el periodo máximo de tiempo para que alguien pueda permanecer sepultado en un cementerio, sus restos deben ser exhumados, cremados o triturados, y trasladados a un nicho, gastos que deben ser absorbidos por los familiares del difunto.
También está la posibilidad de que los restos óseos que permanezcan sean donados a instituciones educativas como universidades, con previo consentimiento de la familia.
En caso de que concluya el plazo máximo establecido en el reglamento y los familiares no reclamen los restos de una persona, el panteón en el que se encuentre será responsable de exhumarlo y depositarlo en un nicho del mismo recinto, en el que se colocará una placa con el nombre de la persona fallecida para respetar su memoria y dignidad.
Si uno de tus deseos es el de ser enterrado tras morir quizá debas pensarlo dos veces, pues contrario a lo que cree la mayoría kos panteones ya no son un lugar para el ‘descanso eterno’.